El salvamento de Valencia

El salvamento de Valencia

Es evidente que la UME no ha podido salvar a los damnificados por la Dana, pero gracias al Estado se han aliviado los sufrimientos de los valencianos. 

Voluntarios ayudando en ValenciaGetty Images

La catástrofe valenciana, que ha irrumpido súbitamente cuando este país está debatiendo de nuevo los principales rasgos de su sistema de organización territorial, nos permite introducir elementos nuevos en la reflexión que todavía está a medio hacer y que nos debería conducir no solo hacia la pacificación y normalización definitivas de Cataluña sino también hacia una determinada fórmula de federalización de toda España que estabilice todas las expectativas de futuro.

Como era previsible, la furibunda belicosidad de la derecha opositora ha aprovechado la oportunidad para cargar las culpas del desastre al gobierno central, a Pedro Sánchez. Algunos comentaristas han bordeado tanto el ridículo que a punto han estado de culpar al ejecutivo nacional de permitir las «danas» sobre el cielo patrio. Pero por fortuna, la inteligencia de este país está mucho más desarrollada de lo que piensan los reaccionarios, por lo que a fin de cuentas el drama valenciano está aportando una trágica clarificación.

Lo que no es en absoluto dudoso es que el estatuto de autonomía de la Comunidad Valenciana (Ley Orgánica 5/1982, de 1 de julio) dispone en su artículo 49.3 que «La Generalitat tiene también competencia exclusiva, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 149 de la Constitución y, en su caso, de las bases y ordenación de la actividad económica general del Estado, sobre las siguientes materias:» Y a continuación se listan 16 competencias, de las que la 14 es, textualmente, “Protección civil y seguridad pública”.

Así las cosas, la respuesta a las alertas alarmantes que lanzó la AEMET el día 29 de octubre a primera hora de la mañana correspondía al gobierno valenciano. La tormenta en ciernes, designada meteorológicamente como sistema convectivo de mesoescala, fue anunciada con anticipación y considerable precisión, y, en efecto, durante aquella jornada hubo lluvias torrenciales que acumularon cerca de 500 litros por metro cuadrado en algunos puntos, lo que produjo el desbordamiento de varios ríos y barrancos en la vertiente mediterránea y una serie de inundaciones relámpago que fueron especialmente catastróficas en la provincia de Valencia. Y lo tremendo fue que el gobierno valenciano solo lanzó los SMS de alarma a la población a última hora de la tarde, cuando ya había muerto mucha gente, el colapso se había vuelto dramático y el aviso ya no servía, evidentemente, de nada.

El drama se convirtió en caos. No se había cortado el tráfico vial y toda la zona afectada quedó intransitable, con montañas de vehículos apilados que cortaban el paso a cualquier lugar. La situación era tan grave que no resultaba posible llegar hasta las víctimas para socorrerlas. Y la Generalitat valenciana pidió ayuda al Estado, que respondió en el acto con el envío de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Conviene recordar que la UME fue creada por Zapatero en 2005, y entonces, el Partido Popular la calificó de "capricho faraónico de Zapatero". Lo hizo por boca de Arsenio Fernández de Mesa, vicepresidente de la Comisión de Defensa en el Congreso de los Diputados. Según él, "España no estaba para ese tipo de despilfarros". Un verdadero visionario el tipo.

El presidente Sánchez puso en definitiva la exposición de los valencianos toda la fuerza del Estado para redimirlos de uno de sus peores destinos. Más de 7.000 soldados están ya en Valencia rescatando cadáveres, reconstruyendo infraestructuras necesarias, limpiando de barro las calzadas y apoyando a las personas en la recuperación de su más elemental normalidad. Sánchez se ha cuidado de explicar que el control de la crisis corresponde al presidente de la Comunidad Valenciana y que la jefatura del gobierno del Estado solo la asumiría si fuera requerida para ello.

Es evidente que la UME no ha podido salvar a los damnificados por la Dana, pero gracias al Estado se han aliviado los sufrimientos de los valencianos. También lo es que la incompetencia de los dirigentes de la Comunidad Valenciana ha agravado los efectos de la crisis. De donde se desprende que quizá fuera preciso ‘federalizar’ mejor las competencias respectivas para que en un futuro las cosas funcionen mejor. Pero, de momento, las responsabilidades son las que son y, como en el viejo dicho castellano, conviene que cada palo aguante su vela.