El mosquito de la sociedad
El mosquito humano sólo sabe molestar en sociedad.
El mosquito de la sociedad es ese animal que sólo existe para molestar al prójimo, que no aporta nada bueno y cuya única pretensión es chuparte la sangre cuando al mínimo despiste.
Nunca he entendido cuál es la función de un mosquito si no es para joderte mientras estás tan tranquilo leyendo un libro de Paul Auster en la piscina. O cenando con amigos en un jardín tan a gusto al principio e irritado al final porque un mosquito te ha taladrado las piernas y brazos con sus picotazos. Incluso con una vela de citronela a dos palmos.
Este mosquito no sólo es un insecto. Se transforma el resto del año en persona y también hace el mal desde que se levanta hasta que se acuesta. Por lo menos éste duerme una media de seis a ocho horas y no trabaja las veinticuatro como cuando vuelve a ser un insecto maldito en verano.
Aunque no está activo de sol a sol, el mosquito humano sólo sabe molestar en sociedad: rompe el mobiliario urbano, contesta mal al resto, se cuela en el cine o el supermercado, tira las colillas al suelo o se convierte en aguilucho cuando apura con el coche en una salida donde el resto espera su turno tranquilamente.
Insisto, no entiendo para qué sirve un mosquito si no es para chupar la sangre del otro, lo cual me lleva a pensar que no cumple ninguna función. Puede ser que así el resto de los que intentamos hacer las cosas bien y cooperar, nos sintamos mejor sabiendo que para que haya algunas personas buenas tiene que haber un mosquito idiota, inútil e inservible en el grupo.
Seguiré pensando hasta el verano que viene en esta especie de insecto maldito que a veces se convierte en persona como un gusano de seda en mariposa y empieza a volar a ver a quién es el siguiente al que puede molestar. Mientras tanto, la única solución al alcance de la mano es llevar un repelente a todas partes (incluso al baño) y estar atento a cada paso que das, porque seguramente en la siguiente esquina aparecerá para joderte el día.