El bloqueo de la derecha

El bloqueo de la derecha

"Feijóo, que alcanzó el poder después de que Ayuso consiguiera defenestrar a Casado, se siente débil en su papel de jefe del PP y líder de la oposición y no tiene más remedio que forcejear constantemente para sobrenadar las aguas procelosas de su propio partido"

Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz AyusoMarcos del Mazo

Se puede entender la irritación del Partido Popular ante el bloqueo del actual equilibrio político que le impide colmar sus lógicas aspiraciones de gobierno después de haber ganado las últimas elecciones generales. Feijóo, que alcanzó el poder después de que Ayuso consiguiera defenestrar a Casado, se siente débil en su papel de jefe del PP y líder de la oposición y no tiene más remedio que forcejear constantemente para sobrenadar las aguas procelosas de su propio partido. La política que practica le ha servido para hacer del PP la formación más votada pero no para llegar a La Moncloa. Y la causa de ello es la condescendencia del PP con una extrema derecha consistente y estabilizada que hoy por hoy resulta indispensable para formar una mayoría política conservadora. Dicho problema ontológico no tiene solución a corto plazo, ya que no parece que el PP pueda aspirar con fundamento a la mayoría absoluta, ni a pactar con los nacionalismos periféricos.

En julio pasado, VOX decidió romper los pactos autonómicos con el PP, pero esta ruptura no libera al Partido Popular de sus lazos con la extrema derecha forjados por Feijóo, que fueron la causa del fracaso del PP en las últimas elecciones generales (ganó insuficientemente porque el electorado rechazó aquel vínculo). Y hoy es evidente que Feijóo está frustrado por la imposibilidad de presentar una moción de censura contra Sánchez porque estaría condenada al fracaso.

Pese a todo, la búsqueda de un clima favorable a la moción es evidente, y el Partido Popular cuenta para ello con ayudas institucionales poderosas (no solo judiciales: también mediáticas). El PSOE está seriamente afectado por el ‘caso Ábalos’, pero otros supuestos escándalos son artilugios prefabricados en los que nadie cree. Las tribulaciones del Fiscal General del Estado, por ejemplo, son un artificio tramposo urdido por la derecha para sacar partido a un caso muy comprometedor para la presidenta Ayuso. Tampoco parece verosímil que la esposa del presidente del Gobierno haya incurrido en alguna actividad delictiva. En definitiva, el PP está poniendo en práctica la escandalosa estrategia enunciada por el portavoz Tellado, quien, tras anunciar la decisión popular de abatir al presidente del Gobierno a toda costa, insinuó que el partido utilizará todos los recursos disponibles para lograrlo. También su influencia judicial, obviamente.

Pero tampoco parece que esta estrepitosa decisión vaya a dar fruto. En primer lugar, la opinión pública de este país no es crédula ni acrítica y es consciente de que el PP y VOX siguen de la mano, como se advierte en Baleares, donde el PP sostiene en el cargo a Le Senne, presidente de la cámara balear, después de su incalificable conducta intolerante y de que las relaciones formales se hayan roto.

En segundo lugar, ese sabio discernimiento colectivo del cuerpo social es funcional: el PNV, por boca de Aitor Esteban, ha elogiado la anticipación y la rotundidad con que el gobierno ha actuado en el esclarecimiento del ‘caso Ábalos’, con una eficacia que nunca mostró el PP frente a sus propios casos de corrupción. Además, los cuatro grandes partidos nacionalistas son reacios a cualquier aproximación al PP porque VOX mantiene en su programa la eliminación del Estado de las Autonomías y el regreso del Estado unitario. Asimismo, la posición de Feijóo ante la desinflamación catalana, resuelta amistosamente y con un resultado político brillante —la llegada de la Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat—, reduce grandemente sus posibilidades en todo el Estado. El problema catalán nos afecta a todos los españoles, y muchos rechazaremos siempre las posiciones intransigentes que lo agraven.

En definitiva, el PP stá bloqueado y se encuentra en una temeraria huida hacia adelante que no le dará resultado porque no hay verdaderas razones de debilitamiento de la izquierda en el poder. Al margen del caso Ábalos, todavía por calibrar, todo lo demás es humo y ruido. Y en el terreno judicial, ya se sabe que por aparatosas que sean las actuaciones, en la práctica los profesionales se atienen al imperio de la ley, por lo que se equivocaría quien confundiera el mal humor de Peinado con las futuras sentencias que clausuren los procesos abiertos. Y se extiende en el país un malestar creciente cuando se ve que esta situación, forzada por la impaciencia del PP, está causando la postergación de problemas muy graves de la sociedad española, que requieren toda la atención de las instituciones y de la clase política en su totalidad.