Donde hay sindicatos, hay derechos
"Necesitamos avanzar hacia el pleno empleo, reformando las políticas y poniendo énfasis en el sistema público de orientación e inserción laboral"
Asistimos a un primero de mayo cargados de razones para llenar las calles y reivindicar derechos. La situación en la que nos ha puesto la extrema derecha y la derecha extrema con su constante matraca de bulos y mentiras, de desacreditación del adversario y degradación de las instituciones de este país, nos obliga, a los demócratas, a pelear metro a metro la calidad de nuestra democracia, los derechos sociales, las conquistas de los últimos años y la posibilidad de continuar avanzando. La ultraderecha lo ha embarrado todo, aquí y en Portugal, en EEUU o en el corazón de Europa. Hay un riesgo cierto de degradación democrática y existe el interés de algunos sectores nostálgicos de la sociedad en volver a épocas pasadas y, definitivamente, mucho peores. Y los trabajadores y las trabajadoras, en ese contexto, tenemos mucho que perder de lo conseguido. No solo en esta y la anterior legislatura, si no a lo largo de los años y de la historia de la lucha de la clase obrera. Nos jugamos nuestra democracia, pero también nos jugamos derechos que, hasta la llegada de los ultras a las instituciones, pensábamos inderogables.
Por ello, toca defender lo logrado. Nunca antes hubo tantas personas afiliadas a la Seguridad Social. Cifras record de afiliación que ponen sobre la mesa que la Reforma Laboral que pactamos en el Diálogo Social, la subida del SMI, y la revalorización de las pensiones con el coste de la vida, ha tenido un importante impacto positivo en la economía del país, situando a España en niveles de crecimiento altísimos: ha caído la tasa de temporalidad a la mitad, hay por primera vez 10 millones de mujeres afiliadas a la Seguridad Social y se ha reducido la brecha de género.
A pesar de que los datos económicos son buenos y que el mercado laboral es un motor fundamental de crecimiento, todavía queda mucho por hacer y reformar en este país. Y nuestro apoyo a las transformaciones que ha emprendido el Gobierno de coalición, con la permanente vigilancia de los trabajadores y trabajadoras de este país, no quiere decir que bajemos un ápice nuestro nivel de exigencia. Necesitamos avanzar hacia el pleno empleo, reformando las políticas y poniendo énfasis en el sistema público de orientación e inserción laboral. No puede ser que en España haya un orientador laboral por cada 2000 personas, cuando la media en Europa es mucho menor. Hay que realizar itinerarios especializados e individualizados de las personas que están en búsqueda de empleo para reducir la tasa de desempleo y eliminar al máximo el paro estructural, problema clásico de la economía de nuestro país.
Los salarios tienen que mejorar, en una doble vía, a través de la subida del salario mínimo interprofesional y de la negociación colectiva, con el fin de recuperar el poder adquisitivo perdido en 2021 y 2022. Los márgenes y beneficios empresariales siguen en máximos históricos, especialmente en algunos sectores productivos, pero hay que redistribuir. Sin la fuerza de nuestro trabajo, las empresas no tendrían beneficios, o al menos no los que tienen hoy, y los trabajadores y las trabajadoras tienen que verlo reflejado en sus nóminas. Tampoco es aceptable el coste del despido: necesitamos que las indemnizaciones tengan un potencial reparatorio y disuasorio, así como recuperar los salarios de tramitación. Despedir en España sale muy barato.
Han pasado 40 años desde que se modificó la jornada máxima legal. En ese periodo, los avances en tecnología han permitido que podamos producir lo mismo en mucho menos tiempo. Ahora toda repartir el tiempo ganado. Por ello, las 37,5 horas es un primer paso para llegar a las 32, objetivo que nos hemos marcado como sindicato.
Estas son solo algunas de las cuestiones que nos quedan por reformar, cambiar o mejorar, entre otras muchas como la vivienda, la salud mental o las políticas de cuidados. Es evidente que allí donde hay sindicato hay más derechos y la calidad de estos es mejor. Y hay algunos que lo saben y no les gusta. No les gusta que seamos la garantía del cumplimiento de la ley y de las normas en el empleo. No les gusta nuestra presencia en los centros de trabajo ni nuestra labor de vigilancia y exigencia. No les gusta que seamos los trabajadores y las trabajadoras quienes nos organicemos para defender lo conseguido y exigir mejoras en nuestro día a día, en la salud laboral, la prevención de riesgos, la igualdad de derechos, de trato y de oportunidades, la jornada o el salario.
Por eso, al igual que lo son otros ahora, hemos sido objeto del ataque de las derechas durante muchos años, que saben que sin sindicatos no hay derechos, y hay vía libre al abuso y a la explotación. Por ello más que nunca, este primero de mayo hay que llenar las calles de personas trabajadoras, reivindicando el pleno empleo, menos jornada y mejores salarios.
Pepe Álvarez es secretario general de UGT