'DÄMON. El funeral de Bergman', no defiendo mi crítica, sino la libertad de hacerla

'DÄMON. El funeral de Bergman', no defiendo mi crítica, sino la libertad de hacerla

Hay que esperar que esta crítica no se entienda como despecho frente a la ridiculización que Liddell hace del oficio de crítico.

Escena de DÄMON El funeral de Bergman en el Festival de AvignonLuca del Pia - Teatros del Canal

Vuelve la Liddell a los Teatros del Canal con DÄMON. El funeral de Bergman. Llega con unas críticas magníficas cosechadas en su estreno en el Festival de Avignon, donde también produjo polémica. Y tras agotar entradas en el Festival Grec de Barcelona casi antes de que el festival anunciase su presencia. Por tanto, en Madrid hay mucha expectación para verla.

¿Qué se encontraron las personas que fueron al estreno? Una simulación de la Liddell. Es decir, la Liddell haciendo de Liddell pero no haciendo una obra o un espectáculo y menos arte. Y es que se demora mucho en entrar en materia. En el asunto. Y eso permite crear una distancia entre la propuesta y la persona que mira, escucha, siente en la butaca. Y cuando se pone distancia, se puede analizar con tranquilidad y con calma. Y de ese análisis la obra sale trasquilada.

Porque para contar que la vida es una banalidad de pollas erectas y coños buscándose para darse placer asumiendo la heteronormatividad que rechaza gran parte de su público, que el ser humano está siempre muriéndose desde el momento en que es concebido; de que lo que le espera es el deterioro de la vejez en la que con suerte, mucha suerte, se librará de la demencia y de la enfermedad, y de que el arte es lo que nos salva, o al menos salva a artistas como Bergman y ella, cosa que no hará ni la crítica ni los funcionarios, no hacen falta tantas alforjas y menos extenderlas durante dos horas de función.

Aparte, queda su reivindicación de artista para poner en el centro, en el centro del escenario y en escena, a las personas asesinadas, las que asesinan, las que violan y las que son violadas, las que rechazan y las que son rechazadas. Algo que da a entender que no se hace ni en el arte en general, ni en el teatro en particular. Y que da que pensar a qué tipo de teatro se refiere y qué tipo de teatro ve. Desde luego, no parece que esté hablando de los festivales y teatros que programan sus propuestas.

Se dirá que el artista, y una artista como ella, necesita su tiempo para contar según su poética. Nada que argumentar frente a eso. Pero, será para contar algo que no se puede contar de otra manera o para dar una perspectiva individual y propia de la vida que merece la pena ser contada y para la que otras poéticas y técnicas resultan insuficientes.

El arte, el buen arte, también el barroco, calificativo que habitualmente se le pone a su teatro y que parece ser que no acepta o no le gusta, es muy económico. Va a lo esencial, a lo concreto. Aunque para ello tenga que abarrotar el escenario, el cuadro, la pantalla.

  Angélica Liddell en DÄMON El funeral de Bergman en el Festival de AvignonLuca del Pia - Teatros del Canal

Y no, se entiende un Papa que se pasea por un escenario que es los Teatros del Canal y no el de delante del Palacio de los Papas de Avignon. Un Papa al que la artista tratará de masturbar durante la función, levantándole las faldas, donde falta el atrevimiento de consumarlo convirtiéndose en una masturbación interruptus. O se entiende muy bien el que ponga una persona acondroplásica en el centro del escenario y una canción cuyo claim o estribillo es precious, "precioso" en inglés, por lo que es difícilmente aceptable que la mantenga casi completa ¿o piensa que el espectador francés o español de festivales y teatro artístico no va a ser capaz de comprender esta metáfora?

¿Quiere decir que no hay nada rescatable en este espectáculo? Pues no. Quiere decir que es un espectáculo fallido en el que una artista ha tomado decisiones y, desde la butaca, lo que no quiere decir que se vea así desde el escenario o desde el proceso creativo, parecen fallidas para contar algo que se ha contado antes en dos párrafos.

Ella misma lo dice en escena y se lo recuerda al público, el tiempo corre y no tenemos forma de pararlo. Por tanto, no hay que malgastarlo en banalidades. En ningún tipo de banalidad. Aunque tengan el calificativo de artísticas. Creo que con este espectáculo, justo consigue lo que dice que se debe evitar.

Y claro que siempre sale uno con algo. Como esa reflexión de que Auschwitz no la crearon terroristas, sino funcionarios. Y que la sociedad está rodeada de funcionarios, incluso los teatros están llenos de funcionarios y no de artistas. Un aviso a navegantes muy bien contado y muy bien expresado.

Como también se disfruta de la selección musical, sobre todo de los clásicos, que hace escuchar al completo. Incidiendo en Bach, que como cualquier persona cercana a los círculos musicales y música escénica, está convirtiéndose, a pesar de su música, en una banalidad y lugar común de puro repetirse, casi como la canción del verano y que debido a esta connotación es mejor evitar.

Como también se es capaz de apreciar y disfrutar de la musicalidad de los textos de la Liddell y cómo es capaz de bailarlos o moverlos en escena. Teniendo en cuenta que son monólogos largos, habitualmente complejos y poéticos, aunque esta vez no es el caso, y que lo hace ella sola en el escenario.

Lejos queda Bergman, que además de cineasta fue un importante director de escena en su país, que parece ser que fue el detonante de DÄIMON. El funeral de Bergman. Para ella el más grande y al que pide sobre el escenario en matrimonio, ser la última de sus esposas en la muerte y más allá, de una manera sonrojante. Artista que como ella tenía un gran desencuentro con los críticos lo que le resulta suficiente para asimilarse.

Hay que esperar que esta crítica no se entienda como despecho frente a la ridiculización que Liddell hace del oficio de crítico. Para ello usa extractos de revisiones sobre sus obras publicados en medios franceses. ¿Por qué no de españoles? Porque siendo los franceses unos conards desconocidos y sin obra artística, inmolarse frente a la crítica francesa merece la pena. Mientras que frente a la española, apaga y vámonos. A esta ni agua, que ni entienden.

Esa reflexión es una opinión. Una opinión desde el punto de vista del artista que piensa y siente que su obra o propuesta no ha sido comprendida. Como opinión es aceptable e incluso puede tener razón. La historia ha dejado muchos ejemplos de la miopía de los críticos que ponían en palabras el gusto dominante sin ser capaces de ver el valor de la novedad o de la innovación. Por tanto, si alguien se molesta o escandaliza, como hicieron los críticos franceses, está en su derecho. Pero, de nuevo, es una banalidad y, como tal, la urgencia política del ascenso de la ultraderecha en Francia en intención de voto de las últimas elecciones francesas la borró de un plumazo.

Esta crítica también es una opinión. Una opinión que no trata de defender la crítica. O mi crítica. Sino el derecho a hacerla. Al igual que los artistas tratan de defender su derecho a hacer su obra de un oficio que consideran sagrado porque está conectado o trata de iluminar el misterio de la vida que incluye en sí misma la muerte.

Quizás los presupuestos de los críticos no sean tan elevados como los de los artistas. Solo buscan ver la luz del misterio que los artistas dicen haber encontrado y muestran en espacios sagrados, que por eso cuando entran a escena se arrodillan y besan los escenarios, como hacen los Papas cristianos y los actores en esta producción. Pero esa sacralidad no tiene por qué ser compartida. A pesar de todo, todos los dioses siempre tuvieron sus ateos, gente que no creía en ellos y que no se sentían bendecidos por ellos.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.