Cutrecracia

Cutrecracia

"Sólo nos queda por conocer el macguffin de una historia que convertiría a Torrente en el Gran Gatsby".

José Luis Ábalos en los pasillos del Congreso.JUAN CARLOS ROJAS

Sabido es que el Código Penal contempla una serie de circunstancias que rodean a la comisión de un delito para atenuar o agravar la pena con la que se sanciona. Pueden ser usadas como circunstancias atenuantes de una condena que el delito fuera cometido bajo una grave drogadicción, que se haya reparado el daño o que el acusado haya colaborado con la justicia. Pueden ser usadas como circunstancias agravantes de una condena el ensañamiento contra la víctima, la reincidencia o la alevosía con la que obró el acusado. Pues bien, tras el espectáculo ofrecido por la política nacional a lo largo de estas últimas semanas, propongo la modificación urgente del Código Penal para que recoja la cutrez en la trama que rodea a un delito como un agravante de primer orden que aumente considerablemente la pena impuesta.

La cursilería también debería figurar en la lista de agravantes, es cierto. Y la pedantería, la arrogancia y tantas otras. Pero en este momento de la Historia, cuando la principal autorrepresentación de nuestras sociedades occidentales se basa en fingir una sofisticación y una excelencia que nos distancia del pasado y de otras culturas presentes, la marrullería y la zafiedad chirrían de forma insoportable, especialmente cuando son practicadas por los que se presentan como ejemplares. Coño, no pongáis faltas de ortografía en los whatsapps de vuestras fechorías, que tarde o temprano los vamos a ver en televisión. ¿De verdad, José Luis, de verdad era necesario presentarte en un palco rodeado de guardaespaldas en la Universidad Complutense como el tío de la joven graduada?

Hace tiempo que he abandonado toda esperanza de saber qué ocurrió realmente alrededor de la visita de Delcy Rodríguez a Madrid y su reunión con Ábalos en aquella noche cutre, pero sospecho que sólo nos queda por conocer el macguffin de una historia que convertiría a Torrente en el Gran Gatsby, porque lo fundamental del asunto es esa nube grasienta y pegajosa de personajes de cuarta, lingotes de oro, mentiras, rectificaciones, mentiras, correcciones, mentiras, nocturnidades y Koldo. No es razonable que el carácter chusco y fullero de esta opereta cutre carezca de cualquier repercusión jurídica. Lo cutre es el eslabón perdido que conecta la ética y la estética. En Ábalos se materializan siglos de polémicas académicas sobre la relación entre estas áreas de la filosofía.

Los agravantes no son delitos por sí mismos, ni convierten en delito una conducta que no lo sea. Es probable que no sea delito que Begoña Gómez haya dirigido un máster universitario sin poseer la cualificación requerida para ser alumna del mismo. No debería estar penado, por mucho que cueste imaginar algo más cutre. La mezquina imagen de Miguel Tellado sosteniendo las fotos de los socialistas asesinados por ETA, mientras Macarena Montesinos las señala riendo contra el gobierno, no debería judicializarse, por mucho que su cutrez daría grima al mismísimo Joker. Pero una vez que cruzamos la línea roja del delito necesitamos incluir a la cutrez como un agravante dentro de nuestro ordenamiento jurídico, por mucho que cueste superar la monarquía cutrecrática que nos gobernó entre 1975 y 2014.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.