'Conspiranoia', o la amistad como zona de confort

'Conspiranoia', o la amistad como zona de confort

El que la obra sea una obra de actores permite que espectadores para los que lo suyo son los blockbuster teatrales descubran a dos intérpretes.

'Conspiranoia'.J.C.AREVALO-Arte Visual- Smedia

Conspiranoia de Jordi Casanovas y Marc Angelet, que también dirige, que se acaba de estrenar en el Teatro Alcázar es una de esas obras que empiezan a abundar en la cartelera. Comedias de y sobre la clase media, culta, educada y con posibles en la que unos cuarentocincuentones tienen problemas del primer mundo. Como las otras dos de Angelet que ya llevan varias temporadas en cartelera: Laponia y Una terapia integral.

Pongámonos en situación. Cuatro amigos, que lo son desde la adolescencia, entran en shock al enterarse que una de ellos, a la sazón esposa de otro del grupo, se ha vuelto terraplanista. Esto hace que a las amistades más íntimas le salten todas las alarmas. Y los no terraplanistas y de izquierdas, deciden pasar a la acción.

La acción consiste en hacer una intervención. Si no sabe lo que es, no se preocupe, en la obra y en este artículo se lo vamos a explicar. La intervención, según lo que se oye en escena, es un invento norteamericano muy utilizado en películas en el que un grupo de amigos se reúne para decirle a uno de ellos, con todo el cariño, que tiene un problema. Habitualmente de drogas y/o alcohol. Y que vaya haciendo algo sino quiere acabar solo y mal.

Pues bien, en esta obra se reúnen cuatro amigos. Dos hombres. Uno, un locutor exitoso de radio que ha perdido el gusto por su profesión y otro un profesor universitario, también escritor al que le gusta acostarse con su alumnos de menos de veinte. Y dos mujeres, Una de ellas divorciada y volcada en su trabajo de arqueóloga. La otra ama de casa que se siente aburrida y sola. Los cuatro se reúnen en un pueblo costero para intervenir a esta ama de casa en el chalet que tiene con su marido en dicho pueblo.

La sorpresa y la gracia, es que los tres que van a intervenir, acaban siendo los intervenidos por la terraplanista que iba a ser intervenida. Una mujer culta, elegante, moderna, que sabe cuál es su sitio y el del resto. Papel que interpreta Natalia Millán, que nunca estuvo tan bien. Parece hecho específicamente para ella. Y ella ha sabido dotarlo de profundidad, de peso, de gravedad, de humanidad.

Como es natural, en esa intervención surgen, como en los vodeviles, los embrollos y los secretos. Esta vez, en vez de mediados por puertas que se abren y se cierran, mediados por los grupos de WhatsApp, que estamos en el siglo XXI. Que también se abren y se cierran, los nombres que tienen puestos a los mismos, y las personas que pertenecen a cada uno de ellos. Pero, sobre todo, por los contenidos. De quién se habla en cada grupo y qué se cuenta de esas personas.

Con estos mimbres se hace una función más bien flojita, si no fuera por sus intérpretes. A lo que realmente no se les pide que hagan nada especial, sino que sean ellos como actores y actrices. Con lo que les hace específicos.

  'Conspiranoia'.J.C.AREVALO-Arte Visual-Smedia

Y no defraudan a quien vaya buscando eso. Ni Luis Merlo, posiblemente el cabeza de cartel de este espectáculo, quien también lo produce, que mete sus réplicas con mucha naturalidad y certeza, sobre todo, las dos o tres más cómicas, ganándose a un público que llegó ya entregado, pues iba a ver a su ídolo televisivo.

El que la obra sea una obra de actores, permite que espectadores para los que lo suyo son los blockbuster teatrales, el teatro comercial, descubran a dos intérpretes que merecen que se les conozca más y mejor. Una es Clara Sanchis y el otro es Juanan Lumbreras.

De la primera gusta su parodia sobreactuada de la arqueóloga, empollona que a eso de la cuarentocincuentena se encuentra con que solo tiene un trabajo, unos pocos amigos y gatos que la acompañen. El otro es un magnífico cómico. Al que esta función quizás ayude a dar la visibilidad que se merece, al menos como actor de comedia. A pesar de que el papel que le han dado, de profesor y escritor homosexual con fijación por sus alumnos de menos de veinte y un tic del que no hay que hacer spoiler, se agota en un pis pas, él sabe cómo mantenerlo.

  'Conspiranoia'.J.C.AREVALO-Arte Visual- Smedia

Con todos estos mimbres y una escenografía eficaz, que contextualiza muy bien a los personajes, ha salido al ruedo teatral esta obra. Una apuesta, porque se estrenó en la segunda quincena de agosto, cayendo un sol de justicia. A la que, al menos un sábado en segunda sesión, el público, que casi llena el Teatro Alcázar, responde con risas y aplausos. Vamos, que se les ve salir satisfechos.

Poco les importa la endeblez de la trama y su resolución. Porque en realidad lo importante es pasar el rato. Reírse, que en parte también es reírse de uno mismo, pues se verá reflejado en escena. Ya sea porque se identifica con alguno de los personajes o con alguna de sus actitudes o le recuerdan a alguien que conocen.

Aunque, seguramente, lo que les (con)mueve es ver que la ficción, Conspiranoia, se parece mucho a la realidad, es de decir, a ellos. No tanto en lo de la intervención, que quizás se ponga de moda tras ver esta obra, sino en el asunto de la amistad.

Que, en una comedia tan blanda y tan blanca, se describe y se vive como el lugar cómodo. La zona de confort. Motivo por el que cuesta tanto salirse de ella. Emprender el vuelo, que más vale malo conocido, que bueno por conocer. Ya se sabe, la rutina y la costumbre.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.