Bienestar emocional. El reto educativo actual

Bienestar emocional. El reto educativo actual

La adecuada integración del bienestar emocional en el contexto educativo tiene que ir más allá de la reflexión.

Varios niños al llegar al colegio Hernán Cortés el primer día del año escolar en Madrid.Marta Fernandez Jara/Europa Press via Getty Images

Día a día los centros educativos deben enfrentarse a nuevos retos y uno de ellos tiene que ver con la atención y necesaria urgencia de prestar atención al bienestar y al desarrollo emocional del alumnado en los tiempos que nos tocan vivir en la actualidad.

La OMS estima que aproximadamente entre el 5 y el 15% de la población infantil presenta trastornos psicológicos que, además de afectar a su vida social, disminuyen sus oportunidades educativas, vocacionales y profesionales. Existe, además, una continuidad entre los trastornos mentales infantiles y los de la vida adulta, por lo que intervenir y prevenir desde las edades más tempranas constituye un factor diferencial a la hora de gozar de bienestar emocional y una buena salud mental en la edad adulta.

La salud mental de la infancia y de la adolescencia y la necesidad de la prevención de los desajustes y trastornos emocionales en esas etapas de la vida no son cosas de hoy, precisamente. Vienen de lejos. Pero es cierto que la pandemia trajo consigo un cambio en la manera de relacionarse de los estudiantes, tanto fuera como dentro del aula. Los centros educativos dejaron de ser el principal espacio de socialización para el alumnado y el efecto dominó fue claro: los problemas relacionados con la salud mental y emocional de muchos estudiantes se incrementaron.

Son cada vez más los menores que sufren problemas relacionados con la ansiedad, depresión, autolesiones, problemas asociados a la alimentación como la bulimia o anorexia, o intentos de suicidio. Hasta ahora solían ser problemas silenciosos, ocultos. Hoy ya no, pero no hay todavía suficientes medios y profesionales adecuados para hacerles frente. Sin embargo, sus consecuencias son dramáticas en la mayoría de los jóvenes que los sufren. Por eso, quizás debamos hablar de un nuevo reto en educación: la educación emocional ligada al bienestar emocional y abrir las puertas a estudios rigurosos sobre su situación en la educación primaria y secundaria.

Las nuevas formas de acoso, odio y violencia en las redes, el acceso cada vez más precoz a la pornografía, las nuevas adicciones a las redes sociales o a las apuestas online, entre otras, requieren que los niños y jóvenes tengan una sólida preparación emocional que les permita interactuar con responsabilidad ante estas nuevas amenazas y conflictos que traen consigo el contexto tecnológico y las consecuencias de la pandemia.

Existe una continuidad entre los trastornos mentales infantiles y los de la vida adulta, por lo que intervenir y prevenir desde las edades más tempranas constituye un factor diferencial a la hora de gozar de bienestar emocional y una buena salud mental en la edad adulta.

Y en este contexto, hay que tener muy en cuenta que el estado emocional influye directamente sobre las actividades que se emprenden en cualquier ámbito, por lo que conviene disponer de herramientas para encaminar la propia vida de forma exitosa y saludable. La formación social y emocional va, pues, dirigida a establecer una relación adecuada entre sentimientos, pensamientos y comportamientos.

A la dificultad de este reto hay que añadir un elemento clave, la complejidad para realizar una detección de síntomas en una edad tan singular como es la adolescencia, vinculada a diferentes y variables estados de ánimo. Por ello, es conveniente establecer cauces y facilitar la comunicación con el profesorado y orientadores de los centros con el objetivo de canalizar una guarda y apoyo adecuado para estas situaciones que pueden llegar a provocar serios casos de ansiedad.

En este reto es imprescindible establecer de forma institucional y funcional la coordinación local o sectorial entre atención especializada en salud mental y centros educativos. Hay mucho camino que recorrer: introducir planes de bienestar emocional en los centros para prevenir trastornos y desajustes de naturaleza emocional entre el alumnado; establecer programas para prevenir el estrés psicosocial del profesorado y de la comunidad educativa mediante el desarrollo de competencias emocionales; y fomentar en las escuelas de familias talleres sobre estilos educativos parentales y los trastornos en la infancia y adolescencia. Porque la influencia paterna y materna sobre los hijos es fundamental, tomando gran relevancia las prácticas educativas y los diferentes estilos educativos que las enmarcan.

Es necesario acompañar a los docentes en este duro y desconocido proceso

Para avanzar en este nuevo reto educativo, es necesario reforzar como objetivo educativo las capacidades afectivas en todos los ámbitos de la personalidad y en las relaciones con los demás; promover la educación emocional en el currículo de todas las etapas educativas —como establece la LOMLOE— con el objetivo de conseguir una formación integral que incluya entre sus metas educar al estudiantado en el concepto y valor del bienestar emocional, en la prevención y detección temprana de los riesgos de salud mental y buscar las herramientas emocionales necesarias. Porque comprender los sentimientos propios y ajenos, saber qué hacer con ellos, resolver los conflictos que plantean, regular el propio comportamiento, saber soportar el estrés, aprender a motivarse a sí mismo, son, sin duda, cuestiones esenciales para llevar a la escuela y secuenciarlas en las diferentes etapas educativas.

Los y las docentes pasan muchas horas en las aulas, viendo actuar e interactuar a su alumnado. Por ello es esencial su formación, introducir las competencias emocionales en la formación inicial de los docentes y ampliar la oferta de actividades de formación permanente, relacionadas con las competencias clave vinculadas a la educación emocional. Es necesario acompañar a los docentes en este duro y desconocido proceso.

La adecuada integración del bienestar emocional en el contexto educativo tiene que ir más allá de la reflexión, ya que en definitiva estamos ante el desafío de educar para la vida equilibrada y para aprender a ser. Se necesita tiempo para hacerlo con rigor, pero para muchos niños y jóvenes es urgente y vital. No puede esperar.

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Diputada del PSOE por Palencia. Portavoz de la Comisión de Educación y Formación Profesional