Ante el caos, más Estado
"Con el simple hecho de haber atendido a las alertas y haber avisado a la ciudadanía a tiempo, hoy estaríamos ante de una situación mucho menos catastrófica, mucho menos dolorosa".
Son días de luto, días de mucha tristeza, de impotencia, y también de mucha, mucha rabia. Una rabia más que comprensible.
Han pasado ya 14 días desde que la DANA arrasara varios municipios en la provincia de Valencia, dejando a su paso una elevadísima cifra de fallecidos y desaparecidos, así como una larga lista de viviendas, establecimientos y negocios absolutamente destrozados. Una catástrofe como pocas veces se ha visto, cuyas consecuencias durarán mucho tiempo.
Desde el primer momento, incluso antes de las primeras lluvias del 29 de octubre, el Gobierno de España se puso a disposición de las autoridades valencianas para alertar de lo que ocurriría -según las acertadas predicciones de la AEMET- y poner los recursos del Estado, empezando por la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército, a disposición de la Generalitat valenciana.
Desde el primer momento, el Gobierno de España se movilizó, respetando la ley y el marco competencial autonómico, para que la Generalitat alertara a sus conciudadanos, para que tomara medidas antes de la catástrofe, y para que tuviera los recursos necesarios durante y después de la catástrofe. Por poner un ejemplo: no se podía enviar a los militares de la UME sin el visto bueno del president de la Generalitat valenciana, pero en cuanto el gobierno autonómico dio el sí, en cuestión de minutos, los militares estuvieron presentes.
La prioridad absoluta de los primeros días del Gobierno de España, como no puede ser de otra manera, fue aportar todos los recursos necesarios para rescatar personas, para salvar vidas y, en los casos más tristes, para rescatar cuerpos ya sin vida. Después, ayudar en las labores de limpieza de hogares, locales, calles y vía pública para que, de la forma más rápida posible, los municipios afectados vayan recuperando algo parecido a una cierta normalidad, si es que se puede llamar así. Reconstruir infraestructuras, como vías, puentes y carreteras, con la eficacia demostrada por el ministro Oscar Puente. Y, sin mucha demora, la recuperación social y económica de las zonas afectadas y sus gentes. Ya son dos los paquetes de medidas aprobados en dos Consejos de Ministros y explicadas por el presidente Pedro Sánchez. Algunas de estas medidas, que movilizarán más de 14.000 millones de euros, ya son conocidas, como los ERTE, que tantos puestos de trabajo salvaron durante la pandemia, entre otras. Y lo más relevante, el compromiso de que las ayudas llegarán de una forma rápida y sin largos procesos burocráticos.
Tiempo habrá para valorar en frío qué se pudo hacer mejor, pero me temo que con el simple hecho de haber atendido a las alertas y haber avisado a la ciudadanía a tiempo, hoy estaríamos ante de una situación mucho menos catastrófica, mucho menos dolorosa. Es un hecho, porque no es cuestión de opiniones, sino de datos, de horarios que ya conocemos, de malas resoluciones y de decisiones no tomadas. Y no será menos motivo de reflexión el oportunismo de muchos que utilizan situaciones tan terribles como esta para esparcir bulos inverosímiles, ganar visualizaciones en las redes sociales y, en muchos casos, avivar la bandera de la antipolítica, como si todos fuésemos iguales y como si todos hubieran actuado de la misma manera.
En todo caso, sigue siendo momento para ayudar, estando el tiempo que haga falta con todos los recursos que sean necesarios. Solo un Estado fuerte puede salvarnos de la ley de la selva.