Familiares de los asesinados y del resto de alumnos condenan la matanza entre el dolor por las pérdidas y la incertidumbre para conocer las identidades de todos los fallecidos.
Un poco por falta de decisión política y un mucho por presión del lobby del sector y por el peso de los estados sureños proarmas: la casa, sin barrer; los muertos, sin parar.