Mujeres y hombres de todas las edades, clases sociales y tribus urbanas se han reunido la tarde del 8 de marzo para ofrecer imágenes que cada vez nos extrañan menos. Niños pequeños de la mano de sus hermanas gritando que el futuro es feminista. Grupos de adolescentes cuyo plan un viernes por la tarde es ir a una manifestación por la igualdad. Jubilados que no quieren que sus nietos crezcan en una sociedad como la suya. No cabía un alfiler. Las consignas a favor de la igualdad y contra la violencia machista se han sucedido sin cesar, coreadas por decenas de miles de mujeres de todas las edades, profesiones y colores.