No ganamos para sobresaltos con esto de la primavera árabe (el despertar, como muchos prefieren llamarlo ahora). Cuando estábamos dispuestos a declarar nuestra admiración por el buen hacer del presidente egipcio Mohamed Morsi en su gestión de la crisis de Gaza, va y emite un decreto de corte autoritario que le vuelve a llenar la plaza Tahrir de gente.