Han pasado más de quince días desde que Penélope Tyraki votó no con las dos manos en el referéndum convocado por Tsipras, tal y como se había jurado a sí misma, a sus diez hijos y a sus 17 nietos. Ha soportado los 22 días de corralito sin una queja, porque a una niña que sobrevivió al encierro en una iglesia de Creta donde los nazis les iban a quemar no se la doblega.
Para nosotros todavía prevalecen la preocupación y la decepción. No se vislumbra ninguna solución para la pobreza de Grecia. La fallida austeridad se impondrá una vez más a todas las razones económicas. Las inversiones que necesita urgentemente deberán ser financiadas mediante privatizaciones.
Si mañana Schäuble o Merkel le pidieran que bailase el sirtaki como si fuese Zorba el Griego, Mariano Rajoy lo haría sin rechistar. A mandar. No importa que no hable idiomas, le basta con hacer copy paste. De nada sirve que el FMI insista en la necesidad de una quita de la deuda griega.