Dallas, Houston, Huntsville, Corpus Christi, Austin... Horas de carretera con los resucitados. Moteles al borde de la autopista. Gasolineras. Hasta fuimos a pescar con ellos, los resucitados que regresaron del corredor de la muerte porque habían sido condenados injustamente. Y cada día nos hacían vibrar con alguna charla poderosa en la que transmitían su mensaje. Simplemente contaban su historia. Ante cualquier tipo de público. Pero no hay nada que tenga más valor que la idea central de su argumento: esto te podría haber pasado a ti, le podría haber pasado a tu hijo, a tu hermano.