No recuerdo si fue él quien me enamoró o si fui yo la que se prendó de El Retiro por vez primera, cuando siendo todavía una niña pensaba en sus caminos repletos de letras y de libros. Aquellos pasajes se mantienen todavía, y en mi mente cobran una fuerza insólita al darme cuenta de que este año, también por primera vez, he formado parte de este fascinante encuentro literario.