Ahora es cuando los diputados europeístas, tibios o fervientes, de todo color político, tienen que dar la cara, ganar con razones el debate e impedir la puesta en marcha del Artículo 50. En el Partido Conservador habrá de todo, pero bastaría con que solo una parte de quienes hicieron campaña para permanecer fuera coherente para conformar una mayoría parlamentaria que pusiera fin antes de comenzar formalmente al mayor disparate que ha visto el Reino Unido en su historia contemporánea.