El gato de Montaigne
Había una vez en Florencia una chica aristócrata que se llamaba Giovanna. Era rubia y muy guapa y desde pequeña estaba prometida a un rico caballero de la familia de los Tornabuoni. Al mismo tiempo, pero quinientos años más tarde, había una chica en Santander de una familia corriente que se llamaba Jubilia. Jubilia era morena y de momento no estaba prometida a nadie, y como era lista la mandaron a estudiar periodismo a Madrid, algo muy revolucionario en el Santander de la época.