Messi e Inglaterra no se llevaban bien hasta ayer. El argentino era un jugador irreconocible cada vez que pisaba las islas. La historia cambió anoche y quizás para siempre. Un pase genial de Iniesta enfocó al 10, quien se plantó delante de Hart y forzó que Demichelis tuviera que derribarle por detrás.
Los hombres de Scott Brooks evidenciaron en Manchester ante Philadelphia que la vida sin Westbrook no será llevadera. Sin Durant no hay paraíso. La afirmación puede resultar familiar a más de uno, pero es una verdad tan evidente como que el aceite pesa más que el agua.