Hemos estado tan absortos en nuestras propias cuitas que no nos hemos hecho cargo del patrimonio que hemos recibido. Nuestra herencia maltrecha está desgastada. Nosotros mismos la vilipendiamos. Conversaciones con 'faltas ortográficas' y tautológicas viajan por nuestros televisores y radios chillones, ahora sin fronteras.
Por el amor de Cervantes o de Shakespeare, no vayamos a bautizar de nuevo lo que ya tiene nombre. Si ya no podemos confiar en las palabras, no hay pobres, sino desfavorecidos; las mujeres se mueren, en lugar de ser asesinadas por los brutales machetazos de hombres que empuñan armas; y la política ya no es el arte de lo posible sino del relato.
Charles Taylor es uno de los líderes más influyentes en nuestra comprensión de la "política de la identidad". Según argumenta el filósofo, no sólo existimos y tenemos identidad propia y suficiente. Desarrollamos identidades en contextos sociales y buscamos reconocimiento de la legitimidad de nuestras identidades.