Cuando en una sociedad se generalizan el sectarismo y la polarización, cuando la pluralidad se considera un problema que es necesario erradicar y la voluntad de diálogo consiste en esperar que el otro asuma mis ideas, convocar elecciones no sirve de nada. Porque no se usan como un mecanismo para aliviar tensiones, sino como un arma para golpear al adversario. Que yo sepa, ningún país dominado por extremismos de uno u otro bando, ha conseguido solucionar sus problemas mediante el voto de manera satisfactoria.