Si bien este reconocimiento político -tardío- de una verdad histórica alegra a los partidarios de la justicia y de la moral, también intriga a quienes se interesan por las relaciones internacionales contemporáneas. ¿Por qué esta resolución ahora que las relaciones germano-turcas están más tensas que nunca? ¿Por qué no se hizo el año pasado, cuando habría tenido más impacto por ser el centenario del genocidio?
Un siglo después nadie ha puesto todavía sobre la mesa de un Tribunal Penal Internacional el genocidio armenio, a pesar de la innumerables pruebas fehacientes que se guardan. Tampoco se ha juzgado a Turquía, el país nacido del Imperio Otomano. Ni siquiera se ha reconocido que haya habido un genocidio. En todo caso, una simple escaramuza bélica, según Ankara.