Fidel Castro
Dos madrugadas con el comandante
Me ahogaría en un régimen como el cubano, pero me sería imposible respirar en medio de la pobreza extrema que he visto en otros países latinoamericanos. Hasta ahora, en Cuba nadie sentía vergüenza por vivir como vivían, sin bienes materiales, porque no tenían a quién envidiar. Estaba cantado que Fidel, después de más de medio siglo, no podía ni quería abrazar la democracia entendida al modo occidental y, así, reconocer que su vida fue una equivocación.
Mi turbulenta historia de amor con Fidel Castro
Pensad en la figura mítica de un Fidel Castro de 26 años luchando contra Batista, ese dictador a sueldo de Estados Unidos. Yo tenía 23 años y empezamos una historia de amor que duraría cuatro años. La ternura de Fidel es increíble y nuestra relación va transformándose: en cuanto se quitaba el cinturón y las armas, olvidaba al Líder Máximo.
Una batalla de la que Fidel huyó
Fidel, tú destruiste a un país, y en el mismo sentido destruiste tu legado. Como un gran carnicero rasgaste con un cuchillo muy bien afilado el tejido social. Sabías bien por dónde cortar: la familia. Sin tener en cuenta lo que había pasado con la tuya. Toda la emoción y esperanza popular que lograste en un principio la pervertiste después con tus caprichos, tu terquedad, tu mesianismo.