Es extraordinariamente frustrante para un padre ver marchar a sus hijos. Pero no se trata de mis sentimientos como padre, sino de mis sentimientos como ciudadano español.
Personalmente, y ante la ausencia de políticas de crecimiento, no soy sin embargo optimista, y es por ello por lo que recomiendo a los parados -y especialmente a los más jóvenes- la emigración. De lo contrario, estos jóvenes pueden verse atrapados en su histéresis particular.
Somos la quinta nacionalidad que más se ha dado de alta en la Seguridad Social irlandesa este año. Sólo nos superan Polonia, Reino Unido, Brasil y Rumanía, por ese orden. Es evidente que no soy la primera JESP española que llega a este país, y me temo que tampoco seré la última.
Pese a que uno de cada tres parados de la Eurozona tiene pasaporte español, hay casi cuatro griegos por cada español trabajando en Alemania y más de tres portugueses por cada español que trabaja en Suiza, una balanza poco equilibrada en mi opinión.
Me cae genial. Jess es extrovertida, simpática y cariñosa. Pero no sé cuánto podrá durar esta convivencia. Solo llevo aquí unos días y ya es evidente la incompatibilidad de nuestros ritmos biológicos.
Family, friends and food. Son estas tres cosas las que al emigrar suelen echarse más de menos, y normalmente por el orden enumerado. Cuando vivía en Singapur prácticamente los únicos productos españoles que podía uno esperar encontrar eran vino y aceite de oliva.
Érase una vez un país donde vivían las mejores y más bellas primas del mundo y nadie reparaba en ellas. Pero un buen día los mercaderes trashumantes descubrieron a la más grande y bella prima nunca antes vista, la de la familia Riesgo.
Amanezco en el cochambroso sofá de Mr.Dirty y tecleo en mi portátil el nombre de la web donde empezar a buscar piso. Mi escaso patrimonio me llega para pagar, o tres meses de alquiler, pero sin comer, o sólo dos si quiero evitar la muerte por inanición.
Nada me gustaría más que poder volver a mi país a devolverle la inversión que ha hecho conmigo. Pero no a cualquier precio ni de cualquier manera. No al precio que usted nos haría pagar a mí y a los que están en mi situación.
No pretendo venderle a nadie la moto de que en el extranjero todo es jauja. No es mi intención decir que en España no hay futuro, pero hoy por hoy no hay trabajo, y a largo plazo, ya lo dijo Keynes, todos muertos.
No vendamos la moto de que en el extranjero todo es jauja. Hacerse un hueco en una sociedad desconocida depende de la suerte, de la formación y de la persistencia que pongamos.
Quizás estas líneas animen a algún compatriota a buscarse la vida por aquí abajo. Lo que lee uno sobre la juventud en España y sobre esta crisis invita a pensar que a lo mejor tengo éxito.