Eibar

Perdónales, Gaizka, perdónales

Perdónales, Gaizka, perdónales

Perdónales, Gaizka, perdónales. Su casa es gris y huele a rancio, a cerrado. Sus alfombras están llenas de polvo y hace tiempo que las persianas están bajadas para no tener que aguantar a los niños del vecino. Su casa es triste. Triste como el que viste de 2015 pero piensa de 1975. Como el que crece pero no evoluciona. Como el que avanza pero perece. Triste porque creen que sí, pero no, no se enteran.