Quiero un país en el que todo el mundo viva dignamente, una sociedad sin mendigos, sin gente rebuscando en la basura y sin personas que no tengan un techo bajo el que refugiarse. Quiero una sociedad que no pase frío porque no puede pagar el recibo de la luz y que no pase hambre porque no tiene dinero para la cesta de la compra.
Imagine que es usted un niño o una niña de una zona rural pobre, cuya familia ha tenido grandes dificultades para lograr que asista a la escuela. Al igual que otros 50 millones de niños desde el año 2000, por fin ha llegado a las aulas. Lamentablemente, no aprenderá mucho.
Con una argumentación tan falaz como mediocre, la Secretaría General de Sanidad y Consumo representa un intento de chantaje sin precedentes en la historia de la democracia. Si no cedemos a su exigencia, nos amenaza con ilegalizarnos.