Frente al padre ausente, volcado en lo público y en el éxito profesional, es necesario recuperar la presencia activa y cómplice. Frente al señor que dictaba las leyes y ejercía la autoridad, urge que nos convirtamos también en hacedores de cuidados. Y, de esta manera, es necesario alcanzar un equilibrio nuevo en las familias a partir del derecho-deber de corresponsabilidad y de un reparto paritario de los cuidados y la autoridad.