Durante décadas se nos ha hecho creer que encontraremos la felicidad adquiriendo el último modelo de coche/teléfono/par de zapatos/etc. Pero en cuanto conseguimos ese último modelo que iba a garantizar nuestra felicidad, nos dicen que algo nuevo acaba de salir y que nunca seremos felices si no lo conseguimos... Así es como hemos creado el consumismo.
Durante la mitad de mis 25 años de vida, internet ha controlado la mayoría de mis relaciones e intercambios cotidianos. Hace unos meses, harto de esa sensación de enajenación, decidí probar la aventura inversa: conectarme a los individuos y al mundo, guiado por mi intuición en vez de por un móvil.
No entiendo cómo los hosteleros de España, "una de las primeras potenciales mundiales del sector turístico", como nos recuerdan a cada momento nuestros complacientes gobernantes, no se preocupan del tema o siguen ofreciendo un wifi con velocidades de otra época.