La cumbre pepera de este fin de semana se ha convertido en una pasarela de Street Style política en el que los must se sucedían unos a otros. Un termómetro de tendencias, caliente caliente, en donde los de siempre calmaban la ansiedad de los votantes más recalcitrantes con sus carca-look de chinos vainilla y camisas de rayitas azules, mientras los nuevos trataban de actualizar el outfit del perfecto militante del PP tirando de vaquero aunque sin pasarse, a ver si les van a confundir con los de Podemos.