La comunicación oral de Díez desconcierta. No es una persona impulsiva, y por tanto su indignación no es visceral sino meditada. La indignación vende, todos estamos indignados hoy en día: los recortes, la corrupción, la banca... ¿Por qué no aprovecharlo? ¡Sí! ¡Eso es! Lo veo, lo estoy viendo en letras blancas sobre fondo magenta: yo, Rosa Díez, seré la voz de todos los ciudadanos que están indignados -aunque hay millones que aún no lo saben-.