Creo es un deber político, moral (y sanitario) limitar el tráfico en ciudades como Madrid. Las ciudades que seducen por la calidad de vida que aportan a sus moradores no tienen mucho que ver con este Madrid de los pitazos, las colas, el ruido y las partículas en suspensión. Pienso, por ejemplo, en sitios como Amsterdam, Copenhague o incluso la interminable Londres