Más grave que todo eso, la 'burbuja' del optimismo inmobiliario nos arrastraría a presenciar a largo plazo la repetición de una versión descafeinada del fenómeno Detroit en nuestras ciudades, siendo la población muy inferior al parque de viviendas, llevando esto a una pérdida continua de valor y al abandono de muchas de ellas, acrecentando así un proceso de degradación que profundiza la pérdida de valor y el abandono.