A las imágenes del éxodo y los miles de fallecidos que pesan sobre la conciencia del mundo y a su respuesta social -la obvia indignación-, debe seguirse la indagación en los orígenes, no quedarse solo en la fotografía.
La tragedia siria, a base de prolongarse, se ha banalizado, convirtiéndose en un continuum del que no se avista un final próximo. A ojos de Occidente, la guerra civil siria ha pasado a formar parte del estado natural de las cosas, como la pobreza en África o los incendios forestales estivales.