La visión masculina siempre ha tenido la capacidad de condicionar la realidad y el canon de belleza; es la ventaja de contar con el monopolio a la mirada, junto con el poder de convertir en hechos aquello que se quiere ver de una manera determinada. Cuando le ha interesado lo de "el hombre y el oso cuanto más pelo más hermoso", pues todo el mundo a lucir vello para ser más bellos; cuando ha sido el pelo largo, pues todos a desmelenarse; cuando los músculos se convirtieron en referencia de cuidado, pues a marcar músculos. Y ahora tocan los michelines.