La evolución del arte y la distorsión al que le han abocado las vanguardias puede leerse en clave de infantilización, pero se trata de algo mucho más profundo que eso, toda vez que el arte expresa el estado espiritual de un periodo dado. Si la puerilidad del parque temático impera por doquier, el arte no hará sino sublimarlo y reflejarlo como en un espejo autocrítico.
Creo que podría afirmar que el arte como fin en sí mismo hoy contribuye al puro entretenimiento y disfrute sin más. Como medio, sin embargo, puede suponer una suerte de proceso mental, cambio de actitudes, comportamientos, esquemas y roles, tanto para los que lo producen como para los que asisten.
Falta originalidad y emoción en la piel de este Arco 2014. Todo se ha vuelto más ramplón, más serio y convencional. Eso no quiere decir que las obras de arte que exhiben las galerías sean peores. Sólo que tienen una escala más pequeña y el arte, entendido como espectáculo, casi se ha desvanecido.