Estaban todos. Los de ayer y los de hoy. Los detractores y los partidarios. La apoteosis de la unidad. Cuando el PSOE, a un mes de las elecciones, siente en la nuca el aliento de Podemos, no hay otra que defender las esencias, reivindicar la historia, apelar al orgullo colectivo y dejarse de intrigas. En público, al menos. En privado, se escucha de todo y por su orden de esta "gran ceremonia de la hipocresía" y de lo que puede o no ocurrir la misma noche del 26 de junio.