Cuando parecía que nos habíamos sobrepuesto a la partida de David Bowie, que habíamos superado la marcha de Leonard Cohen y de Prince, e incluso nos habíamos resignado a perder a George Michael el día de Navidad, nos encontramos con un fin de año particularmente amargo con la muerte de Carrie Fisher y de su madre, la mítica actriz de Cantando bajo la lluvia Debbie Reynolds.