12 cosas que he aprendido gracias a mi perro

12 cosas que he aprendido gracias a mi perro

Los gatos son más tranquilos, pero los perros se alegran más de verte. Los gatos a veces se dan cuenta de que has llegado a casa, pero los perros enloquecen. Hacía mucho tiempo que nadie se alegraba tanto de verme. En casa siempre habíamos sido más de felinos. Hasta ahora.

Hace 25 días, Theo se convirtió en un miembro más de nuestra familia.

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En casa siempre habíamos sido más de gatos. Llegamos a tener hasta cinco a la vez. Ahora tenemos tres gatos muy tranquilos y cariñosos.

Se nos dan bien los gatos.

Tenemos mucho que aprender de los perros.

Tuve un perro hace muchísimo tiempo (como hace unos 45 años). Pero, aunque yo me encargué de gran parte de la educación del animal, mis padres y mis hermanos me ayudaron un montón. Y, si soy sincera, Sarge era un perro muy bueno, pero no se puede decir que fuese precisamente muy educado. No me puedo considerar una experta.

Mi marido tuvo un perro -durante muy poco tiempo- hace más de 60 años. Así que no ayuda demasiado.

Pero estamos aprendiendo.

Esto es todo lo que he aprendido sobre los perros en los últimos 25 días:

1.

Ya no existe la posibilidad de dormir hasta tarde. Ahora las 5 de la mañana ya es tarde. Tarde para un día de diario. Tarde para un fin de semana. Salto de la cama y me enfundo el chándal y las botas de agua y me dirijo al pequeño corral de Theo en la cocina. Rezo para poder alcanzarle antes de que sea demasiado tarde. Voy mejorando. Afortunadamente, él también va mejorando.

2.

De la misma forma, tampoco existe la posibilidad de acostarse pronto. Imposible irse pronto a la cama después de un largo día. Theo es nocturno como un búho, y necesita hacer pis a las 12 de la noche para aguantar toda la noche. Las 12 ya me parece tarde. Yo soy más de acostarme a las 11 (mi marido es más de acostarse a las 10). Estoy aprendiendo que hay programas de televisión después de las 11. Nunca me había dado cuenta.

3.

Ahora llevo los bolsillos llenos de comida. Chucherías para perros. En todos los bolsillos. Los bolsillos del abrigo. Los bolsillos de los vaqueros. Llenos de comida. He aprendido que es una buenísima idea mirar bien los bolsillos antes de meter la ropa en la lavadora.

4.

Hablando de la lavadora: la cantidad de ropa para lavar se ha triplicado. Y eso que el perro ni siquiera lleva ropa. Sin embargo, utilizamos un montón de bayetas. Para limpiar las patas llenas de barro, para limpiar el suelo lleno de barro, para limpiar los charquitos. Y, aunque Theo no lleva ropa, yo sí. Yo soy una persona muy limpia. Puedo ponerme unos vaqueros varias veces antes de echarlos a lavar. Hasta hace tres semanas, podía. Ahora, después de ponérmelos una vez, mis vaqueros huelen a perro mojado y tienen manchas de barro, de pis y, a veces, de cosas peores. Pongo un montón de lavadoras. Y miro en los bolsillos.

5.

Llevamos 11 años viviendo en esta casa. Pensé que la conocía bien. Incluido el jardín. Pero ahora la conozco a la perfección. Sé dónde crece la hierba más alta y dónde están los hoyos en los que te puedes torcer el tobillo. Sé qué zonas están mojadas todo el día. Sé cuántas bellotas hay. Cientos. Sé cómo sacar cientos de bellotas de la boca de un perro.

6.

Ya no me da asco sacar un gusano de la boca de un perro. Dos veces al día como mínimo. Cuando crezca y esté más fuerte, pretendo dejar que se coma los gusanos. Tocar gusanos babeados por un perro es un trabajo por tiempo limitado.

7.

Seis kilos y medio de algo que no para de moverse pesan mucho. Esos 6,5 kilos pueden hacer que te duelan las muñecas. Y la espalda. Esos seis kilos y medio pronto se convertirán en 15 kilos y medio.

8.

A los gatos les da igual no tener nada que hacer. De hecho, lo prefieren así. Pero un perro necesita tener algo que hacer. Como morder zapatos. Yo pensaba que mi casa estaba bastante ordenada. Es increíble la cantidad de cosas que hay tiradas. Un perro cogerá los paraguas, las horquillas o las cartas más importantes que haya traído el cartero. Lección: guárdalo todo.

9.

Los gatos son más tranquilos, pero los perros se alegran más de verte. Los gatos a veces se dan cuenta de que has llegado a casa. Los perros enloquecen. Hacía mucho tiempo que nadie se alegraba tanto de verme.

10.

Por otro lado, una cosa es que un perro "se alegre de verte" y otra es que "se alegre DEMASIADO de verte". Ver punto 4, sobre las manchas de pis.

11.

Los perros no tienen luces de freno. Quizá van corriendo delante de ti, los dos estáis pasándolo en grande... y, de repente, FRENA EN SECO. Ver punto 7, sobre el dolor de espalda.

12.

Ahora veo las tareas cotidianas de una manera completamente diferente. Ahora valoro otro tipo de logros. Ahora tengo la costumbre de decirme a mí misma "¡buena chica!" cuando salgo del baño.

Este post fue publicado en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero

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