El Nobel de la Paz y una advertencia para la UE
Bienvenido sea el premio Nobel de la Paz que hoy recibe la Unión Europea si el galardón se interpreta como una advertencia del riesgo de tirar por la borda lo conseguido en más de seis décadas, el periodo más pacífico y fructífero que ha vivido nunca un continente capaz de lo peor y de lo mejor. El problema de Europa no es exclusivamente económico, sino político: su incapacidad para gestionar de manera creativa, audaz y solidaria la crisis del euro.
Bienvenido sea el premio Nobel de la Paz que hoy recibe la Unión Europea si el galardón se interpreta como una advertencia del riesgo de tirar por la borda lo conseguido en más de seis décadas, el periodo más pacífico y fructífero que ha vivido nunca un continente capaz de lo peor y de lo mejor.
Así lo lee Martin Shulz, presidente de la eurocámara, que fue librero antes de dedicarse a la política, y que ayer buscó inspiración en el clásico de Thomas Mann "Los Buddenbrook", que narra el esplendor y la decadencia de una saga familiar de Lübeck, en la fortuna y el prestigio que amasaron los abuelos y gestionaron los padres, para acabar despilfarrado por los hijos. "No podemos ser esa última generación", dijo Shulz en Oslo, consciente de que la crisis económica está ahondando la brecha entre los países del norte y del sur y está provocando una desafección sin precedentes hacia el proyecto europeo. Mientras, en la calle, un millar de manifestante protestaban contra la concesión del galardón a la UE.
Pero el problema no es exclusivamente económico: es la política, o mejor dicho, su incapacidad para gestionar de manera creativa, audaz y solidaria la crisis del euro, el mayor riesgo al que se enfrenta la Unión. La complejidad de aunar los intereses y el bienestar de 500 millones de ciudadanos a través de las instituciones comunes no está resultando eficaz, de manera que es el Consejo Europeo, donde impera la ley del más fuerte, el que marca el ritmo. Las inconsistencias en la creación del euro, que ahora estamos pagando todos, hacen suspirar a muchos por el estatus del Reino Unido, fuera de la moneda única y por tanto con mecanismos propios de defensa de sus ciudadanos ante los azotes de los mercados.
Un buen reflejo de este debate son los numerosos blogs que El Huffpost ha publicado sobre la encrucijada de Europa en los seis meses que acabamos de cumplir de vida online. Les recomiendo hoy el post del eurodiputado popular Pablo Zalba, que analiza la creación de la figura de un Supercomisario económico: con superpoderes, sí, pero sometido a un mayor control democrático; o las reflexiones conjuntas de los analistas políticos Antonio Roldán y Carlos Carnicero Urabayen en sus últimos artículos sobre la crisis europea (Democracia en Apuros y Secuestrados por el Consejo), así como los textos del presidente de los socialistas en el europarlamento, Juan Fernando López Aguilar, quien desde su profunda convicción europeísta ha escrito mucho sobre los déficit democráticos de la Unión: de su post advirtiendo del precipicio fiscal al que parece abocada la UE -y no sólo EEUU- tomo prestada esta viñeta, en la que el paracaídas que siempre ha sido Europa ya no es suficiente para sostener a Mariano Rajoy, pero tampoco a Angela Merkel:
También el ex primer ministro británico Tony Blair o el griego Papandreu han escrito recientemente en El Huffpost : ambos se preguntan cómo avanzar en la integración europea y abogan por la figura de un presidente de la UE elegido por elección directa, para reforzar la participación ciudadana.
Papandreu, por cierto, se felicitaba por el Nobel de la paz a la UE y leía entre líneas la voluntad del comité al conceder el premio: "No abandonen el barco en medio de esta difícil odisea. En el mundo actual, la UE es demasiado valiosa para desaprovecharla".