El día que Grecia rescató a Europa
Los griegos han desactivado el botón nuclear que amenazaba con hacer saltar por los aires el euro, la unión monetaria y la propia UE. Junto a la victoria socialista en Francia, es un mensaje clarísimo para Merkel: seguimos adelante, pero hay que revisar la nefasta estrategia de austeridad.
Los griegos han desactivado el botón nuclear que amenazaba con hacer saltar por los aires el euro; con él, la unión monetaria y, por tanto, el proyecto más ambicioso de profundización en la UE. La victoria de la Nueva Democracia de Antoni Samaras no soluciona por sí misma los problemas de Atenas ni los del resto de las capitales: el boxeador sigue hecho unos zorros, pero ha sonado la campana y eso le da tiempo para recuperarse, aunque tendrá que seguir peleando.
También el resultado de las elecciones legislativas francesas y la mayoría de la que dispondrá el presidente Hollande, si se lee como un todo con lo ocurrido en Grecia, supone un aviso en toda regla a Angela Merkel. El mensaje es nítido: estamos dispuestos a seguir adelante, pero hay que revisar a fondo las nefastas estrategias de austeridad que nos están llevando al abismo.
Para España, el resultado de las dos citas con las urnas es bueno. Primero, porque una victoria de la izquierda de Syriza en Grecia y su cada vez menos irreal salida del euro nos hubiera convertido en los siguientes en la lista, aumentando aún más si cabe la presión de unos mercados cada día más irracionales. Segundo, porque más allá de las diferencias ideológicas, la mayoría absoluta que obtienen los socialistas y sus aliados en Francia convierten a Hollande en un socio imprescindible y ahora fortalecido para que el Gobierno de Rajoy pueda hacerle entender a la canciller Merkel que otra política es posible.
Apenas conocidos los resultados, Alemania, a través del ministro de Exteriores Guido Westerwelle, se ha apresurado a confirmar que es posible hablar de flexibilidad en los plazos siempre y cuando Grecia cumpla los acuerdos de austeridad; era el mensaje que les debía a los conservadores griegos después de que se comprometieran al memorándum que impuso la troika. Si suman a este anuncio el del viernes de Mario Draghi, de que el Banco Central Europeo que preside tendrá el cajero repleto de euros desde lunes para inyectar dinero a los bancos que necesiten liquidez, el eco que nos llega es el de una orquesta que empieza a sonar afinada, en vez de la jaula de grillos de las últimas semanas.
Esperemos que así lo entiendan los demás países del G-20, que desde este lunes se reúnen en México, y cuya ayuda y apoyo necesitamos ahora más que nunca. En cuanto a España, nos espera otra semana de vértigo, en la que conoceremos finalmente la sentencia de las consultoras que están evaluando las necesidades de capital de la banca española. Ya sean 40.000 millones, como anticipaba el FMI, o 60.0000, como calculan en el sector, el impacto quedará atenuado si se pone fin al ambiente de histeria colectiva que empezaba a extenderse por el Viejo Continente.
En Europa siempre hemos tenido un gran sentido dramático, posiblemente fruto de nuestras raíces griegas. Confiemos en que, una vez más, bordear la tragedia nos dé impulso para salir del marasmo.