El nido de los mirlos
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El nido de los mirlos

El nido de los mirlos es una metáfora que aúna varios años de mi trabajo. En él he intentado relacionar lugar y memoria. El "lugar" es el nido, mi nido (también un crisol de dudas, que en el tiempo han prevalecido y persisten), y la memoria, el testimonio que desde esta atalaya cambiante y mental describo y expreso.

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"Cada primavera saludan a la vida, aquí, 'desde mí', al lado. Cuando el otoño lanza sus colores y empieza la tristeza poco a poco, ocultándonos su trino".

La exposición que hemos titulado El nido de los mirlos para el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, contiene cuarenta y cuatro obras.

El nido de los mirlos es una metáfora que aúna varios años de mi trabajo. En él he intentado relacionar lugar y memoria. El "lugar" es el nido, mi nido (también un crisol de dudas, que en el tiempo han prevalecido y persisten), y la memoria, el testimonio que desde esta atalaya cambiante y mental describo y expreso.

Esta conciencia de "lugar" que ocupo es reflexión, es poesía, es realidad, es pena...es en suma la conciencia expresada del hecho de vivir y sentir.

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Un lugar en mí.

El lugar es nido, es árbol, pero es mi casa, es mi muro externo, es un mensaje en una botella de cristal en el mar y un muro interno y físico.

El lugar son casas soñadas para su construcción como compensación a las catástrofes. Para poder ser habitadas por aves como espíritus abandonados que han sido olvidados. Un lugar para habitar el olvido, donde se pudiera habitar presenciando la periferia del mundo. La obra titulada: Un lugar en mí (2001) es inicio de construcción de un lugar mental como respuesta a la conciencia de existir. Hay una clara influencia de la poesía, en esta transformación de la esencia, en esta confesión de la realidad.

Desde esta atalaya contradictoria llena de dudas, contemplo e intento construir una realidad que me satisfaga, una huella que pueda prevalecer al paso del tiempo.

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Milana bonita.

Este lugar son Árboles de ceniza o de rescate (2009,2010, 2011). Son alegorías plásticas a los juegos inolvidables de la infancia y adolescencia, cuando la acción de jugar era libre y su final sin trascendencia era saludar y llegar corriendo a un árbol inmenso que presidían las plazas o paseos de las ciudades y pueblos.

Son titulados de Árboles de ceniza, cuando los limites de aquella libertad se viera conculcada, rota, destruida, como vaivenes de la historia de cada ser. Cuando los limites mentales no terminan sobre el cuadro. Cuando la inteligencia de uno no puede ser la prisión de los limites, aceptaciones de dudas y motor de sorpresas.

Al bajar de los árboles, al romperse el frágil cuerpo donde atesoramos lo exterior y lo que podemos observar aparece sin remedio y sin explicación la muerte. El gemido lleno de inmenso dolor insoportable para los poetas. La exclamación violenta y dramática ocupa los espacios y los sentidos.

La pena retorcida ante la insignificancia del soporte donde se intenta explicar aquel profundo dolor, se evidencia (el cuadro) violentado, hiriente, obsesivo y envolvente.

Del sol y de la tierra y Tauromaquia, la mas profunda de las heridas (2005/2008) son obras que expresan el dolor profundo ante la ruptura de la memoria elocuentemente.

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Tauromaquia, la caída, metáfora del fracaso.

La extensión o desplazamiento de los viajes sentimentales de la "casa" llega a los confines donde el miedo a lo desconocido esta reflejado en una capilla de formas elementales y cúpula bizantina al lado del Mar (Cabo Espichel, sur de Lisboa). Capilla de la memoria (2009/ 2011)

La forma de gota gigantesca de agua depositada sobre un paralepípedo rectangular fue en aquel momento sensible el límite formal al sueño. Aquellas dos formas superpuestas, al lado de aquel mar encolerizado, se me imaginaron depositarias de la memoria de los siglos pasados.

Abierta a la naturaleza mas radicalmente cambiante, a veces cruel, por su límite construído al borde del mar, resistía como pretende la "casa del autor", al salitre de los siglos y al viento que fluctúa y desconcierta en vaivenes inesperados, a veces dramáticos como si fueran "Nidos desvencijados"(2012/2013).

"Los mirlos son formas alegras que habitan donde el espacio de la palabra deja (límites)".

El nido de los mirlos se expone desde el 9 de febrero en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente en Segovia.

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