¿Nuevo presidente o nuevo modelo? Hacia una RTVE insecuestrable

¿Nuevo presidente o nuevo modelo? Hacia una RTVE insecuestrable

Demostremos que España es capaz de levantar una televisión pública independiente con prestigio, referente informativo indiscutible y apreciado por los contribuyentes, transparente y abierta a la participación, capaz de aplicar el código deontológico para denunciar por igual a todos los partidos, sean gobierno u oposición.

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Protestas de trabajadores de RTVE contra las políticas del Gobierno en relación con la corporación/Twitter de CCOO

A nadie sorprende oír que RTVE está atravesada hoy por graves problemas y serios retos de cara al futuro. Algunos se han agudizado en la última etapa, pero la mayoría viene de mucho antes. Expertos académicos (como el grupo Teledetodos) y trabajadores (consejos de Informativos, sindicatos de RTVE, Federación de Sindicatos de Periodistas, etc.) coinciden en muchos términos a la hora señalar los principales lastres: control político, opacidad en el gasto, corrupción, desvío de fondos a contratas afines mientras se liquida la producción propia y el patrimonio (estudios Buñuel, archivo audiovisual), incumplimiento sistemático del Derecho de Acceso, falta de participación, ausencia de apuesta real por la internacionalización y la innovación tecnológica, exiguo pluralismo cultural e informativo, financiación inestable, etc. son términos que se repiten en diversos diagnósticos. Cuando una televisión pública se utiliza como altavoz de partido y centrifugadora de fondos públicos, cualquier parecido con un servicio público se desvanece. En este escenario, a nadie sorprenda tampoco que gran parte de la ciudadanía vea RTVE como un gasto innecesario.

El problema de fondo reside en la ausencia de un modelo de checks and balances fundamentado en la participación directa de profesionales, sociedad civil y usuarios ―además de grupos parlamentarios― en condiciones de máxima transparencia. Esta carencia ha permitido que el ente fuese fácilmente secuestrable por el Gobierno del PP. Por eso, la urgencia hoy no se limita al cambio de dirección, es necesario un acuerdo básico para cambiar de rumbo hacia un servicio público realmente insecuestrable, inspirado en las mejores experiencias europeas, como el clásico modelo BBC.

La solución a problemas enquistados hace décadas no es un acuerdo entre partidos limitado a renovar Consejo de Administración por mayoría. Como proponen los profesores y periodistas de Teledetodos, es necesario un verdadero pacto social, un contrato con la ciudadanía por un nuevo modelo de radiotelevisión pública desgubernamentalizada y plural, en el que transparencia y participación social sirvan para garantizar independencia y sostenibilidad a largo plazo, abriendo puertas y ventanas y retirando alfombras. Tenemos una oportunidad histórica para sentar las bases de la regeneración del ente y construir una RTVE a la altura de los estándares europeos, proyectada como servicio multiplataforma de alcance global, por fin una BBC para el espacio cultural hispanohablante. Por muy urgente que sea sacar de en medio a los censores y manipuladores, el "retorno al pasado" que está proponiendo el PSOE (Óscar López dixit) no sólo es insuficiente. Además, se convertiría por sí solo en un nuevo palo en la rueda del progreso democrático, entregándole al PP de nuevo una mayoría de bloqueo en las decisiones. Hay que mirar al futuro y a la sociedad.

Debería ser fácil poner de acuerdo a una mayoría de partidos para importar mecanismos básicos de participación y transparencia que están funcionando en las radios y televisiones públicas de Europa

Demostremos que España es capaz de levantar una televisión pública independiente con prestigio, referente informativo indiscutible y apreciado por los contribuyentes, transparente y abierta a la participación, capaz de aplicar el código deontológico para denunciar por igual a todos los partidos, sean gobierno u oposición. Comprometámonos con ello. Si no se ha hecho hasta ahora, no se debe a la falta de profesionales o presupuesto, sino a que nunca se han aprovechado encrucijadas históricas como la actual para acometer las reformas estructurales necesarias. Hoy, España pide cambio, las urnas reclaman audacia y no contentarnos con hipotéticos retornos a un escenario de pre-crisis. Si el nuevo presidente no es elegido a través de un concurso público transparente en el que presente su proyecto de reforma, de poco sirve que sea una figura capaz de poner de acuerdo a los partidos tradicionales.

Es hora de crear un Consejo Social que otorgue participación real a la sociedad civil, de dotar de competencias a los Consejos de Informativos, o de articular herramientas multiplataforma para maximizar la interactividad, para que la ciudadanía se implique con el servicio público y lo sienta como lo que es: un motor para el desarrollo social y democrático. ¿Imposible? Debería ser fácil poner de acuerdo a una mayoría de partidos para importar mecanismos básicos de participación y transparencia que están funcionando en Europa. En este terreno, como en otros, el PSOE tiene que definirse: pactar un reparto de consejeros con el PP o aceptar la propuesta de Podemos que ofrece medidas concretas de regeneración y futuro para garantizar un cambio real más allá de lo cosmético.