No en mi nombre: #niCETAniTTIP

No en mi nombre: #niCETAniTTIP

Los adalides del libre comercio pretenden decidir en cuartos oscuros, de espaldas a la ciudadanía, nuestro futuro y el de nuestros hijos. No vaya a ser que nos enteremos de que están poniendo todo en venta a precio de saldo para que unas pocas empresas sigan haciendo su particular agosto. Me vienen a la cabeza las películas de vampiros, decidiendo sobre el futuro de la humanidad en lugares lúgubres y oscuros. Vampiros que temen la luz del sol, como estos nuevos vampiros temen las filtraciones, la luz y los taquígrafos.

Cuando veo que la mayoría de nuestros representantes, ya sea en el Parlamento o la Comisión europea, tratan de hipotecar nuestro futuro y el de las futuras generaciones pactando la rendición ante las multinacionales y cediendo la soberanía -que, no olvidemos, reside en el pueblo- ante grandes potencias como EEUU o Canadá, no me queda otra que decir alto y claro "No en mi nombre" y seguir luchando. Por eso voy a estar en la manifestación del 15 de octubre en Madrid, #ni CETAniTTIP.

  5c8b61142500000d04ca846c

Cuando veo que unos y otros tratan de ocultar a la ciudadanía, ininteligibles a la par que perjudiciales, acuerdos de libre comercio. Cuando impiden a los legítimos representantes de la ciudadanía, ya sea europeos o españoles, acceder a dichos documentos de forma digna y no confinada en un cuartucho que llaman "sala de lectura" -¿pero que broma es ésta?-. Cuando tienen que ser organizaciones de la sociedad civil, como Greenpeace, las que filtren dichos documentos para que la ciudadanía esté informada, algo no está funcionando, y es preciso abrir las ventanas para que la transparencia y el derecho a la información refresquen la irrespirable atmósfera de las "reading rooms".

Entre tanta sopa de letras y siglas -que si TTIP, que si CETA o TiSA o quién sabe con qué nueva ocurrencia en forma de siglas vendrán en un futuro próximo-, los adalides del libre comercio pretenden decidir en cuartos oscuros, de espaldas a la ciudadanía, nuestro futuro y el de nuestros hijos. No vaya a ser que nos enteremos de que están poniendo todo en venta a precio de saldo para que unas pocas empresas sigan haciendo su particular agosto. Me vienen a la cabeza las películas de vampiros, decidiendo sobre el futuro de la humanidad en lugares lúgubres y oscuros. Vampiros que temen la luz del sol, como estos nuevos vampiros temen las filtraciones, la luz y los taquígrafos. No vaya a ser que descubran su diabólica jugada.

Los tratados de libre comercio perpetuarán la pobreza, la desigualdad y la degradación ambiental.

Por eso durante esta semana la ciudadanía está saliendo a la calle para reclamar equidad, respeto al medio ambiente y derechos laborales y sociales para todas las personas en el mundo. Porque las personas y el planeta están por encima de las multinacionales. Porque los tratados de libre comercio perpetuarán la pobreza, la desigualdad y la degradación ambiental. Porque tratados como el TTIP, CETA o TiSA tratan de imponer la globalización de lo injusto, de la pérdida derechos, de la destrucción de la naturaleza.... Porque socavan el espacio democrático y convierten el planeta en un enfermo terminal. Porque amenazan la soberanía alimentaria y el derecho a una alimentación saludable y variada. Porque benefician a los combustibles fósiles en perjuicio de las renovables.

En las ocultas conversaciones sobre los tratados entran casi la mayoría de los sectores de la economía, desde los productos químicos hasta la comida, pasando por las inversiones, la contratación pública, los servicios, etc. El objetivo es eliminar todas las barreras al comercio, incluidas las no tarifarias, aquellas que tienen que ver con nuestros derechos y las normas y estándares de calidad, salud, medio ambiente, de denominación de origen, etc. Es decir, las que nos protegen como ciudadanos y consumidores. Afectan a aspectos fundamentales como la alimentación, los pesticidas, los transgénicos, la contaminación química tóxica o la extracción y comercialización de combustibles fósiles como el gas esquisto (fracking) o las arenas bituminosas.

En realidad, el CETA y el TTIP esconden una enorme transferencia de poder desde la ciudadanía hacia las grandes empresas. Podría dar lugar a un grave debilitamiento de las regulaciones en la UE sobre el medio ambiente, la salud y la protección del trabajo.

Y por último, pero igual de preocupante: se crearían tribunales de arbitraje para que las empresas puedan demandar a los gobiernos democráticos si éstas consideran que sus inversiones y jugosos beneficios se han visto perjudicados por las leyes de un país. Este sistema legal para las corporaciones no estaría sujeto al control democrático o a los tribunales nacionales.

Las personas y el planeta por encima de las multinacionales. El próximo sábado di "No a la pobreza. No a la desigualdad. No al CETA. No al TTIP".El próximo sábado #El15OVamos