Cristina Pedroche, los dogmas y la libertad
Un año más la polémica con Cristina Pedroche y su vestido de Nochevieja. Analizando las redes sociales, las radios y televisiones, no alcanzo a entender si el problema es el vestido o no. De ser ese el problema deberían también rebelarse contra las nadadoras olímpicas o las actrices por contribuir, enseñando carne, a acabar con no sé qué canon moral feminista o religioso.
Un año más la polémica con Cristina Pedroche y su vestido de Nochevieja. Un año más los y las que pretenden poner coto a la libertad de la mujer deciden qué es lo correcto y lo incorrecto en vestimentas, actitudes y comportamientos. Como en otros temas referentes con la mujer, los dogmas se acaban tocando; mujeres autoproclamadas feministas y clérigos autoproclamados portavoces de altos poderes critican descarnadamente a una mujer por vestir como le da la gana. Fascinantes los estragos y esperpentos que pueden causar los dogmas.
Analizando las redes sociales, los comentarios en radios y televisiones, no alcanzo a entender si el problema es el vestido o no. De ser ese el problema deberían también rebelarse contra las nadadoras olímpicas o las cabareteras y actrices por contribuir, enseñando carne, a acabar con no sé qué canon moral feminista o religioso. Pero enseguida caigo en la cuenta que la crítica del vestido es solo un vehículo, un instrumento para seguir imponiendo un código estricto de comportamiento. Lo que de verdad duele es que la mujer no se pliegue a lo que le susurren desde sectores "feministas" o desde sectores conservadores. La mujer libre es molesta para cualquier dogma, de cualquier índole.
Para estos sectores guardianes de la moral, la mujer que se precie, la mujer que entiende su posición en el mundo, debe vestirse como ellas y ellos entiendan que debe hacerlo: sin enseñar carne, sin transparencias. Es decir, la moral religiosa y la moral de cierto sector del feminismo académico tienen una concepción muy parecida del decoro, la diferencia principal reside en donde cada uno de esos sectores decide cuánto de corta puede ser la falda, cuánto de pecho se puede enseñar y en qué foro se debe hacer o no. Y mientras tanto, la mujer debe seguir siendo relegada a no poder vestir, a no poder ser como quiera porque lo que subyace en el fondo es que de hacerlo es una mala mujer, para los religiosos porque no ha entendido lo que quiere dios de ella, para el feminismo académico porque no ha entendido lo que quieren todas las mujeres de ella.
Empiezo a estar cansado de ver cómo hombres y mujeres, arrogándose en un dogma, en un canon u otro, señalan a una mujer porque hace o no hace esto o lo otro en un foro en el que debe o no debe hacerlo. Como siempre, lo perverso o lo irreverente, está más en los ojos del que mira que de la persona que se viste o actúa de un modo u otro. Por eso, tanto el mundo religioso y conservador como el feminismo académico deberían hacer una reflexión serena y profunda y dejar de criminalizar a la mujer cuando decide ser libre y vestir como quiera o hacer lo que quiera.
Por favor, dejad que Cristina Pedroche se ponga lo que le salga del coño. Vuestra moral a modo de catecismo no funciona con las mujeres libres. Pedroche no os ha pedido vuestra opinión, pero vosotros y vosotras, tan machistas, se la tenéis que dar para que vuestra posición de dominación moral y dogmática siga intacta a costa, eso sí, de vender píldoras de moral a las mujeres libres. Dejad de pensar por las mujeres, dejad de pensar como hombres.