Guatemala empieza a hacer justicia
La época de Ríos Montt fue una de las más cruentas, caracterizándose por masacres perpetradas contra una población indígena a la que se señaló como "enemigos internos". Las matanzas colectivas fueron especialmente sanguinarias entre 1982 y 1983, periodo en el que dejaron 1.771 indígenas ixiles asesinados.
Tras los alegatos finales pronunciados el jueves 9 de mayo por las dos partes, el tribunal que juzgaba a Rios Montt le ha condenado a 80 años de prisión por los delitos de genocidio y lesa humanidad.
Guatemala ha aprovechado, tras 30 años de impunidad, una oportunidad histórica hacer por fin justicia por las más de 200.000 personas muertas o desaparecidas durante el conflicto interno que sufrió el país entre 1960 y 1996.
Comunicado del pueblo Ixil (pulsa para verlo completo). Foto: AMIKCHEE.
La época de Ríos Montt fue una de las más cruentas, caracterizándose por masacres perpetradas contra una población indígena a la que se señaló como "enemigos internos". Las matanzas colectivas fueron especialmente sanguinarias entre 1982 y 1983, periodo en el que dejaron 1.771 indígenas ixiles asesinados.
Por eso, los cargos presentados en el juicio perseguían que la condena lo fuera por genocidio, probando la intención de "destruir el grupo étnico" por parte de sus autores intelectuales: el exdictador Efraín Ríos Montt y el que fue general del Ejército José Mauricio Rodríguez Sánchez.
Un rasgo característico del pueblo Ixil son sus maneras suaves, su prudencia a la hora de expresarse, producto (imagino) de siglos de colonización y opresión. Pero en este caso la fuerza de los hechos, lo desgarrador de los testimonios, las pruebas aportadas en forma de espeluznantes fosas comunes, hacen que no sea necesario levantar la voz ni un decibelio para gritar la verdad.
Los crímenes contra las mujeres indígenas fueron especialmente horripilantes. Fueron violadas, asesinadas, descuartizadas. Sus cuerpos fueron usados como campo de combate. En ellas se personificó el odio a toda una etnia y la voluntad de marcarla y destruirla.
Hoy, ser mujer Ixil en Guatemala sigue conllevando un triple estigma: el de ser mujer, ser indígena y ser pobre. Pero también implica una fuerza especial, una resistencia, una valentía y un coraje que he podido observar y apreciar en muchas de las luchadoras que he tenido ocasión de conocer en el país. Mujeres que han luchado desde la montaña o en la ciudad durante el conflicto, y que tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 han seguido haciéndolo desde distintos frentes: la política, las Organizaciones no Gubernamentales o el trabajo de base.
A todas ellas les envío hoy, muy especialmente, mi admiración, mi agradecimiento por su trabajo y por su lucha. Les envío mi cariño, mi recuerdo y mi esperanza de que este hito histórico sea el primero en la lucha por la justicia en Guatemala. Una condena de 80 años a un exdictador de 86 puede ser poco más que un gesto simbólico. Pero será un símbolo de que ellas pueden empezar a superar ese "temor a la vida" que les ha causado la impunidad durante más de 30 años.
(Querida Carolina, que todos tus esfuerzos empiecen a tener recompensa)