No todo es relativo, y la bondad existe

No todo es relativo, y la bondad existe

Si uno no la siente, puede comenzar por razonar sobre su existencia: si acepta que existe la maldad, que en realidad es fruto de la ignorancia, debe por lógica aceptar la existencia de la bondad, en el otro extremo. Uno mismo puede percibir en sí mismo esa inclinación hacia la bondad.

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Valle de Tena, Huesca. Foto: JJ/MI.

No podemos decir que es más sabroso un melocotón que una manzana, eso es algo subjetivo, pero que ambas frutas contienen fructosa y vitaminas es algo objetivo, real para cualquier persona. En muchas cuestiones la realidad o la verdad sólo es una, e igual para todos. Que los átomos existen es una realidad, los hayan visto alguna vez o no.

Supongamos que una persona acusa a otra de ser rencorosa, y ésta dice que no es verdad. No es posible que ambas cosas sean reales al mismo tiempo, o se es rencoroso o no se es. Otro asunto es cómo descubrir quién está en lo cierto. Es posible incluso que ambos distorsionen la realidad, y que sea menos rencoroso de lo que el otro da a entender. Pero la realidad será sólo una.

El relativismo gnoseológico considera que no hay verdad objetiva, el relativismo moral sostiene que no hay bueno o malo en términos absolutos. Estos planteamientos, que son falsos, conllevan una gran confusión psicológica. Lo sepamos o no, hay cosas que nos perjudican y otras que nos benefician, a todos por igual. Odiar nos perjudica, sentir afecto por los demás nos beneficia, por ejemplo.

Se percibe la realidad con ciertas distorsiones personales

Cada individuo percibe la realidad según sus condicionantes, que se forjan a través de su experiencia, su educación, su cultura, su idiosincrasia particular. Estos condicionantes dan lugar a una percepción subjetiva de la realidad. Es decir, se percibe la realidad con ciertas distorsiones personales. Esto es lo habitual. Pero hay una sola realidad.

La idea de que no existe una realidad o verdad, sino que "cada uno tiene su propia verdad", se puede considerar de mentes abiertas y tolerantes, pero la realidad es que confunde a la persona que lo piensa y genera falta de curiosidad y conformismo. Esa idea supondría que hay tantas verdades como personas, es decir, cada uno viviría en su propio mundo. Esta forma de pensar dificulta la posibilidad de solucionar los conflictos y el sufrimiento. Sería más correcto decir que cada uno tiene, o vive, su distorsión de la verdad o realidad.

A lo largo de la historia se ha utilizado la supuesta defensa de la verdad para someter a otros, no permitamos que nos impongan nada, no se trata de convencer o dejarse convencer, sino de descubrir, de no conformarse.

Corregir las distorsiones de la realidad para ser feliz

Ser consciente de que en la distorsión de la realidad está el origen del sufrimiento, empuja inevitablemente a aprender a corregir esas distorsiones.

Muchas de esas distorsiones son similares entre individuos de una misma cultura, o entre miembros de una misma familia; otras son individuales. Algunas de esas distorsiones son comunes a una gran parte de la humanidad, por ejemplo vivir creyendo que buscando el interés individual se puede ser feliz.

Las distorsiones de la realidad, que pueden ser más o menos perjudiciales, tienen su origen en ideas, creencias, conclusiones, ideologías..., que se basan normalmente en suposiciones, interpretaciones erróneas, experiencias mal comprendidas, asunción de las ideas de otros (familia, amigos, grupo social o cultural...). Hay innumerables cuestiones en el día a día que se van enfrentando sin reflexionar, imitando a los demás o dejándose arrastrar por sus temores.

Sin embargo, para resolver el sufrimiento es necesario descubrir la realidad que permanece oculta tras el velo de las ideas erróneas que conforman nuestra vida, que producen una forma determinada de pensar, de sentir y de actuar. Hay que entender la realidad, tal como es, ese es el aprendizaje.

Algunas ideas absolutas

Una idea absoluta, sin tener que adherirse a ningún credo, es que la vida tiene un sentido, que es común a todos, y ese sentido común es aprender. Uno aprende incluso aunque no quiera.

Otra realidad absoluta es que la bondad existe. Si uno no la siente, puede comenzar por razonar sobre su existencia: si acepta que existe la maldad, que en realidad es fruto de la ignorancia, debe por lógica aceptar la existencia de la bondad, en el otro extremo. Por otro lado, uno mismo puede percibir en sí mismo esa inclinación hacia la bondad, en algunos casos como remordimientos de conciencia cuando hace algo que perjudica a alguien; otras veces disfrutando de la bondad en toda su plenitud, disfrutando cuando se colabora con otros, cuando se aporta algo a los demás, cuando se siente agradecimiento.

Para resolver lo que nos hace sufrir y disfrutar de la vida, es imprescindible sentir confianza en la vida y sentir la bondad

O recuperar ambas cosas si se han perdido. Como cada uno lo conciba, bondad, verdad, dios, la vida..., siempre como algo bueno que nos sustenta, no que nos chantajea, exige o castiga.

Hay diversa maneras de sentir o percibir la bondad. La más sencilla es hacer caso a esos buenos sentimientos, a esa sensación de que hay algo, algo bueno más allá de uno mismo, aunque no se sepa cómo explicarlo. Otra manera es comprobar el sentimiento de satisfacción que surge cuando actuamos en beneficio de todos (de los demás y de uno mismo, al mismo tiempo).

Sabemos que esto no entra dentro de la ortodoxia científica de estos tiempos, pero además de vivirlo por experiencia propia, hemos hecho una comprobación empírica, con miles de pacientes durante años. La confianza en la vida, en que todo tiene un sentido, no sólo facilita y hace más agradable el aprendizaje, sino que es imprescindible para llegar realmente a ser feliz. Como todo, esto no debe ser una creencia ciega, sino una comprobación personal de que esto es así.

La vida no nos ha traicionado, nosotros hemos dejado de tener confianza en ella.

En el próximo artículo hablaremos sobre cómo resolver el sufrimiento.