Moda y protocolo no son lo mismo

Moda y protocolo no son lo mismo

La moda y los códigos de indumentaria son conceptos "enfrentados". La moda pasa. Los códigos de indumentaria no varían: son normas y reglas. A cada acto le corresponde el suyo. Un esmoquin es la prenda de fiesta de noche. Eso es etiqueta. Y ya. El esmoquin que luce, por ejemplo, Messi, en la entrega del "Balón de Oro", es moda.

5c8abba9250000580681a4df

Foto: GTRESONLINE.

Entre los propósitos -"protocoleros" en este caso- que nos hacemos con el cambio de año, hay uno que hoy es protagonista del blog: explicar que no se debe confundir moda con protocolo. Si ya de por sí es bastante difícil explicar que el protocolo no es sólo buena educación, buenas formas y maneras o saber estar, cuando de moda se trata, marcar la línea entre la uno y lo otro...¡es misión imposible!

La moda y los códigos de indumentaria son conceptos "enfrentados". La moda pasa. Los códigos de indumentaria no varían: son normas y reglas. A cada acto le corresponde el suyo. Pero también, un sistema de signos para formular y emitir mensajes Y de ahí la confusión. ¿O es que no nos fijamos en lo que llevan actrices y actores en la alfombra roja o una reina, político o autoridad en una recepción en palacio? Estamos pendientes por muchas razones: por si le sienta bien o mal, por si va a la moda o no, por si unos y otras van "mejor o peor", si es excesivo o se quedan cortos. Por lo general no pensamos en el ejercicio que estamos haciendo: simplemente decimos que "cotilleamos" y para eso son ideales las revistas de corazón. Pero en el fondo estamos "leyendo" en la vestimenta que cada uno luce en un determinado acto o momento. Y si leemos y entendemos, es que hemos captado un mensaje. De ahí hay que colegir, que la ropa transmite: es una forma de comunicar.

Es imposible abstraerse del hecho de la importancia que tiene nuestra indumentaria en la sociedad actual. Aunque empezara sirviendo para cubrir nuestra desnudez contra el frío, ha ido evolucionando con el paso del tiempo y ha pasado a ser una forma de expresar poder, belleza, sensibilidad... Especialmente a partir de los años 60. Moda y cine se han convertido en dos vehículos de comunicación que han creado iconos.

Cierto es también, que desde que la moda se ha convertido en un gran escaparate y en una industria floreciente e imparable, todas las prendas que usamos -las de diario, las de fiesta, las deportivas- están sujetas a los vaivenes, gustos, tendencias y novedades que marcan diseñadores y empresas del sector. Inconveniente, ninguno. De esta manera los trajes van incorporando detalles, con más o menos acierto, que los adecuan a los tiempos. Los puristas protestarán, porque "las cosas son así de siempre" pero para ser justos, adaptarse a las circunstancias de nuestras vidas actuales tampoco significa perder las esencias.

Siguen llevándose el chaqué, el frac o el esmoquin según la solemnidad de la ceremonia o acto, pero ahora tienen un aire distinto. El que impone la moda.

La moda cambia constantemente. La indumentaria protocolaria, sin embargo, varía poco: se adapta más lentamente a los tiempos. Las variaciones en la etiqueta -que es como los de protocolo llamamos al asunto de ponerse la prenda adecuada en cada momento- son muy ligeras y aunque se van imponiendo, si lo hacen es porque la presión de la sociedad se impone. Sobre todo hoy que el ritmo de nuestra vidas parece cercano a la velocidad del rayo. Algunos cambios en el uso se reconocen enseguida y nos suenan a todos. Por ejemplo, el más facilón: el chaqué de los novios. El chaqué, como prenda de ceremonia de mañana, no debería lucirlo un novio que se case a última hora de la tarde. Pero ya las bodas no se celebran por las mañanas. Debería modificarse la etiqueta, pero...¡lo del chaqué viste mucho y a ver a quien le va importar lo que uno haga en su casa!

Fuera del ambiente privado también en las instituciones la evolución es notoria. Hablando de chaqués, pensemos en las juras de presidentes de gobierno, las audiencias del Jefe del Estado o la primera visita de los nuevos ministros y recordemos la diferencia visible entre el chaqué de la jura de Adolfo Suárez en 1977 y el traje oscuro de Felipe González en 1983. Ambas fueron ceremonias de mañana, pero la etiqueta requerida no fue la misma. O el chaqué de los ministros cuando acudían a las audiencias de Franco como Jefe del Estado y la camisa, sin chaqueta ni corbata, de Pablo Iglesias en su última visita al rey. ¡No es lo mismo! A la chita callando, pero quitando el asombro que produce en un primer momento, lo cierto es que lo veremos cada vez más.

Además del cambio en el uso de prendas en los diferentes actos, cuando hablamos de moda, tenemos que tener claro, que aun siendo prendas protocolarias, también éstas acusan su influencia: también cambian. Siguen llevándose el chaqué, el frac o el esmoquin según la solemnidad de la ceremonia o acto, -y, consecuentemente, los trajes largos o los tocados-, pero ahora tienen un aire distinto. El que impone la moda: y para eso, nada mejor que volver a las revistas. Un esmoquin es la prenda de fiesta de noche. Eso es etiqueta. Y ya. El esmoquin que luce, por ejemplo, Messi, en la entrega del "Balón de Oro", es moda.

La moda es efímera: la tendencias varían constantemente; la etiqueta se mantiene. Y aunque hay cambios, ni son tan rápidos como los de la moda, ni el personal los entiende de la misma manera. Esperemos que el post ayude a entenderlo porque ese equívoco, sí que es un clásico...¡de toda la vida!