Realidad y ficción contra el machismo: 'Lean in' y 'Borgen'
La lucha por la igualdad de género no es una cuestión del pasado, es un tema de actualidad, de cuya solución depende que no perdamos la mitad del talento disponible. Es necesario que seamos sinceras y contemos con humildad lo que pasa para eliminar las barreras que impiden el progreso de las mujeres.
Una pregunta recurrente para cualquier mujer profesional con éxito es si ha sufrido en alguna ocasión actitudes machistas. En mi caso, la respuesta había sido siempre que no. Sin embargo, si me preguntaran ahora, desde que ocupo un puesto directivo importante, diría que sí. Hay un tipo de machismo que da la cara cuando una mujer alcanza una posición de poder. El motivo es simple: es entonces cuando algunos egos se revuelven ante la idea de que una mujer esté por encima de ellos en la toma de decisiones.
Quizás es necesario que seamos sinceras y contemos con humildad lo que pasa, en primera persona, para así poder eliminar las barreras que impiden el progreso de las mujeres.
Esto ha hecho recientemente una de las mujeres mas poderosas del mundo, según los rankings de Forbes o Fortune, en un libro titulado Lean In [Vayamos adelante, (Conecta)], que se ha convertido en un best seller en EEUU. Se trata de Sheryl Sandberg, la jefa de Operaciones de Facebook y mano derecha de Mark Zuckerberg. Comparto más o menos edad con Sandberg, recién superados los 45, esa etapa clave en que las mujeres de nuestra generación ya ocupan algunas posiciones de poder. Aunque EEUU y España son países culturamente muy diferentes, las experiencias que cuenta Sandberg son en cambio cercanas y reconocibles.
Sandberg empieza el libro haciéndonos reconocer una gran verdad. Según sus propias palabras: "The blunt truth is that men still run the World" ("la verdad más descarnada es que los hombres son aún los que mandan en el mundo"). Asimismo, nos da una receta: "Conditions for all women will improve when there are more women in Leadership roles giving a strong and powerfull voice to their needs and concerns" ("las condiciones para todas las mujeres solo mejorarán si hay más mujeres con posiciones de liderazgo dando una voz poderosa a sus necesidades y problemas").
En el libro, Sandberg alterna anécdotas autobiográficas con citas de estudios sobre género, que hacen que su lectura sea amena e inspiradora. Ademas, Sandberg habla de temas tan importantes, y tan de moda, como son el mentoring y el sponsoring, actividades que en nuestro país no suelen ser parte de la carrera profesional de hombres y mujeres, en instituciones públicas o privadas, con algunas notables excepciones, como el Instituto de Empresa Bussiness School en Madrid, o el mismo Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que dirijo. Es muy raro que un hombre joven que está en el poder no haya tenido como sponsor a alguien más poderoso y senior. Sin embargo, como menciona Sandberg, es mucho más difícil que esto ocurra con las mujeres, por el sencillo motivo de que la mayor parte de los senior son hombres y de manera natural tienden a relacionarse profesionalmente con hombres. De ahí la importancia de que el mentoring y el sponsoring estén organizados y sean accesibles tanto para hombres como mujeres que sean valiosos.
El libro de Sandberg, que ha conseguido actualizar y refrescar el feminismo, no es la única indicación de que algo está cambiando en EEUU. Revistas semanales como The New Yorker, con mas de un millón de lectores en 2012, distribuída en todo el mundo, han empezado a reconocer el problema. En lo que va de este año se han publicado ya cuatro artículos sobre temas de género (al menos que yo haya visto y leído). El 18 de marzo se publicó un artículo sobre cirugía transgender para adolescentes, firmado por Margaret Talbot, que nos recuerda que la sociedad estadounidense, por muy puritana que nos parezca, está a la cabeza en los temas de derechos sociales y género. El 15 de abril, Susan Faludi, premio Pulitzer de Periodismo, escribió un artículo extenso sobre la muerte de Shulamith Firestone, una de las feministas más influyentes y radicales del feminismo de EEUU. Poco después, el 29 de abril, Alex Ross repasa en su artículo Even the score a las mujeres más destacadas dentro de la música contemporánea o experimental. Ya más recientemente, el 6 de mayo, Sasha Frere-Jones escribe sobre una banda de rock liderada por mujeres llamada Savages, que es altamente recomendable para cuando hay que tratar de olvidar algunos comentarios chauvinistas.
Si bien en EEUU es claro que el feminismo está de moda, en Europa también hay algunos ejemplos notables de aproximación honesta al problema. Como no podía ser menos, son los países nórdicos los que más abiertamente lo tratan. En una serie de la televisión pública danesa llamada Borgen (el nombre que recibe el Parlamento danés) nada tiene desperdicio. La serie refleja con crudeza los problemas y la peculiaridades de la vida de una mujer en el poder, la primera ministro de Dinamarca.
En nuestro país, el mes pasado se celebró el décimo aniversario de actividad de la Comisión de Mujer y Ciencia del CSIC, que en una década ha conseguido disminuir el gap entre mujeres y hombres en los niveles más altos de la carrera investigadora del CSIC, gracias a la implantación de políticas de paridad. Ese mismo día se recordó en el CSIC a Marie Skłodowska Curie, la única científica o científico que ha recibido dos veces el Premio Nobel, en distintas categorías. Curie sufrió crueles ataques machistas que casi consiguen que no le concedieran su segundo Premio Nobel, hechos que están muy bellamente relatados en el últmo libro de Rosa Montero, titulado La ridícula idea de no volver a verte. Ese día, en el CSIC, también se mencionó a Rosalind Franklin, científica que hizo las famosas fotografías de rayos X que permitieron determinar la estructura de la molécula de la vida (el ADN), y que nunca llegó a conseguir el Premio Nobel, porque fue víctima del robo de sus descubrimientos por parte de sus colegas masculinos, todos ellos, ganadores del Premio Nobel.
En aquel acto del CSIC, leyendo Lean In o viendo Borgen resulta evidente que la lucha por la igualdad de género no es una cuestión del pasado, es un tema de actualidad, de cuya solución depende que no perdamos la mitad del talento disponible.