De regreso al cole... y a la vida
Desde el primer día "sin colegio" empezamos una verdadera faena, por aquello del tiempo en familia, pero que luego de mes y medio se torna extenuante y ni hablar de los dos meses de labor doméstica que esta semana hemos cumplido con honores.
No ha sido negligencia de mi parte. Yo, que siempre he defendido la importancia del tiempo a solas, porque ser madre no me arrebata ese derecho, hace dos meses soy incapaz de lograr un momento de soledad y tranquilidad para sentarme en el ordenador o inclusive tener acceso a mi Ipad, si es que ha sido mío en algún momento, para escribir o navegar en la web. Luego de muchas semanas de convivir 24 horas del día con mis tesoros, porque lo son, tengo que confesar que lo de las vacaciones familiares vamos a tener que reevaluarlo.
Desde el primer día "sin colegio" empezamos una verdadera faena que sin duda es importante, por aquello del tiempo en familia, pero que luego de mes y medio se torna extenuante y ni hablar de los dos meses de labor doméstica que esta semana hemos cumplido con honores los padres con hijos en vacaciones. Desde que se despiertan empieza una jornada en la que en casa o fuera de ella, para quienes tengan el privilegio de viajar, tenemos que planear las actividades porque dejarlos frente a la tele es un verdadero "sacrilegio" según los informes psicológicos y artículos sobre puericultura que llegan a mis manos permanentemente. Un poco de tele está bien pero no tanto, recalcan. Pero me pregunto: ¿Qué tal que no existiera la tele?...
Es practicamente el paraíso en las horas cruciales del día cuando la piscina ya ha agotado todas las posibilidades de clavados en bomba, de espalda, de cabeza, sin manos, con manos, media vuelta, vuelta entera y con labios morados, la piel pálida y los deditos arrugados no hay más remedio que salir y sentarse frente a la tele. ¡Qué felicidad!
Las jornadas con la bicicleta son aún más difíciles si no se cuenta con un terreno fácil para salir y pasear tranquilamente. Si lo que toca es montar las bicicletas en un coche, desplazarse hasta el parque, sendero, vía o como sea en cada caso, es muy factible que la aventura termine con padre o madre lesionados. Un insistente dolorcito de rodilla o espalda, pero nada más, que al terminar el día tendrá que superarse con ibuprofeno y algo de descanso para empezar el día con mucho entusiasmo porque pronto volverá a salir el sol y los niños querrán más emociones porque: ¡Están en vacaciones!
Hay días, muchos, en los que las aventuras al aire libre escasean o simplemente no resultan atractivas y las posibilidades terminan siendo la Wii, el Ipad (el mío por supuesto) o el ordenador. Cada una de estas actividades debe ser supervisada por los adultos presentes quienes debemos mediar de jueces, compañeros de equipo y técnicos electricistas para sobrellevar los imprevistos. Proporcionamos cables para recargar baterías de los equipos utilizados, después de mucha insistencia nos vemos acorralados y revelamos las claves secretas para poder acceder a los ordenadores, solucionamos conflictos y peleas entre los jugadores que suelen ser vecinos, primos o en el peor de los casos los hijos de amigos con los que definitivamente no nos interesa dañar una relación por un "simple" juego electrónico. Llega el momento de llegar a la cama a descansar porque al día siguiente volverá a salir el sol y con él otro día de vacaciones.
"Todo lo bueno también se acaba". Con esa frase entré muy temprano a la habitación de mis hijas, encendí la luz y con dulzura terminé el discurso: "Primer día de clases, qué emoción volver a encontrarse con todos los amigos". Confieso que se levantaron juiciosas y entusiasmadas con la idea. Empezaron la jornada con energía y por primera vez en dos meses las empecé a echar de menos, aunque admito que me hacía falta estar a mi aire. Con respecto a las vacaciones, estoy lista para comenzar las mías en casa, por supuesto.