La herencia recibida y los retos del nuevo Gobierno valenciano
El mayor reto que tiene el nuevo Gobierno es enterrar aquel Levante corrupto retratado en las novelas del escritor Rafael Chirbes y plantar los cimientos de una nueva tierra que devuelva la dignidad al pueblo valenciano. Ahora que está todo derruido hay que empezar a construir de nuevo.
Tras unas semanas de mucha incertidumbre, finalmente PSPV, Compromís y Podemos llegaron a un pacto de gobierno en la Comunidad Valenciana firmando el acuerdo del Botànic poco después de la constitución de las nuevas Corts Valencianes. Se abre así un nuevo ciclo político con nuevo Gobierno a cuyos miembros les espera el desafío de reconstruir una comunidad devastada económicamente (una deuda cercana a los 40.000 millones de euros, el 37.9 % de su PIB) y arrasada por la lacra de la corrupción y el despilfarro.
Detener la sangría de la corrupción en la Tierra de Saqueo. Si de algo se puede sentir satisfecho el PP en estos últimos años es de haber conseguido que todo el mundo asocie la palabra corrupción con la Comunidad Valenciana. Como se relata en el libro de Sergi Castillo, la Tierra de Saqueo se ha visto salpicada por la mayoría de las grandes tramas de corrupción (Gürtel, Brugal, Nóos, Emarsa) y ha conseguido superar el número de 100 políticos imputados por corrupción, entre los que destacan nombres como los de Carlos Fabra, Ricardo Costa, Sonia Castedo, Juan Cotino, Alfonso Rus, Alfonso Grau o Serafín Castellano. Sin lugar a dudas, el PP valenciano ha sido una máquina a la hora de generar políticos corruptos. Quizás el caso más desagradable y vergonzoso sea el del exconsejero Rafael Blasco, condenado finalmente a seis años de cárcel por desviar fondos destinados a proyectos de cooperación al desarrollo en Nicaragua. ¿Existe algo más inmoral que robar dinero destinado a hacer llegar agua potable y promover la agricultura en comunidades rurales del Tercer Mundo para adquirir y reformar inmuebles propios? El nuevo Gobierno valenciano tendrá que garantizar, mediante mecanismos de transparencia eficaces, que no vuelva a suceder lo mismo, y deberá acabar con la impunidad de los responsables del saqueo de las arcas públicas valencianas que ha tenido lugar en estos años.
Del despilfarro a un modelo productivo sostenible. Se estima que si sumásemos todo el dinero saqueado en los casos de corrupción y los fondos derrochados en grandes eventos y obras faraónicas se superarían los 12 500 millones de euros, una tercera parte de la deuda actual. El colectivo periodístico Xarxa Urbana estuvo organizando en Valencia las conocidas «Rutas del Despilfarro», un recorrido a través de todos los fenómenos de derroche de los fondos públicos valencianos. Eventos de grandes costes y que apenas revertieron en el pueblo valenciano, como la visita del Papa o el fiasco de la Fórmula 1; construcciones ruinosas abocadas al fracaso, como el aeropuerto de Castellón, la Ciudad de la Luz o Terra Mítica; la quiebra de las cajas de ahorros CAM y Bancaja, o el descalabro de Radio Televisión Valenciana. La joya de la corona quizás sea el Museo de las Artes y las Ciencias, diseñado por el pluridemandado Calatrava, que costó cuatro veces lo presupuestado, cuenta con varios errores de construcción y únicamente da pérdidas, por lo que tuvo que despedir a media plantilla en 2012. Otro ejemplo de cómo empezar la casa por el tejado lo encontramos en el Centro de Investigación Príncipe Felipe, donde se gastaron una fortuna en instalaciones que no se utilizaron en años para posteriormente tener que despedir a la mitad de la plantilla tras sufrir un ERE en 2011. Puede que el mejor resumen de lo ocurrido en esos años lo encontremos en el programa Resacón en Levante, de La Sexta Columna. Políticos que malgastaron y se beneficiaron de nuestro dinero por encima de sus posibilidades gracias a un modelo productivo basado fundamentalmente en la construcción y especulación inmobiliaria que hubiese continuado en barrios como el del Cabanyal, salvado finalmente tras la marcha de Rita Barberá. El actual Gobierno valenciano tendrá que apostar por un nuevo modelo productivo que sea sostenible y genere beneficios a largo plazo invirtiendo en sectores basados en el conocimiento, la investigación y la innovación. También sería buen momento para realizar una auditoría ciudadana de la deuda generada y considerar su legitimidad. ¿Acaso tenemos que pagar nosotros el capricho y la avaricia de unos insensatos?
De los recortes al rescate ciudadano. Y, mientras tanto, ¿qué ha sacado de provecho el pueblo valenciano tras estos años de saqueo y derroche? Recortes. Recortes en educación que han dejado sin calefacción a varios institutos y han obligado a los alumnos a llevar mantas de casa; recortes en sanidad por los que se ha catalogado a la Comunidad Valenciana como la peor en asistencia sanitaria; recortes en investigación que han dejado este sector bajo mínimos, y recortes en dependencia que le han valido a la comunidad la consideración de ser la peor en gestión y aplicación de las ayudas a las personas dependientes. Recortes que, finalmente, se han traducido en que una de cada cuatro familias valencianas viva por debajo del umbral de la pobreza, en que el 36 % de los niños valencianos se hallen en riesgo de pobreza y exclusión, según un informe de Unicef, y en que la tasa de desigualdad haya crecido el 10 % entre 2008 y 2012. Ante esta situación de emergencia social, el nuevo Gobierno deberá garantizar a los valencianos derechos básicos como los de vivienda, alimentación y educación, priorizando la lucha contra la pobreza infantil.
De la imagen de Barberá y Camps en un Ferrari descapotable en 2007 a la de este último sentado en el banquillo en 2011 y la de la exalcaldesa renunciando a su acta de concejal para evitar asistir a la investidura del nuevo alcalde, Joan Ribó. Símbolos del desvarío político, de una gestión nefasta y de un Gobierno que bien puede considerarse antisistema, ya que literalmente ha destrozado todo lo que ha tocado. El mayor reto que tiene el nuevo Gobierno es enterrar aquel Levante retratado en las novelas de Chirbes y plantar los cimientos de una nueva tierra que devuelva la dignidad al pueblo valenciano. Ahora que está todo derruido hay que empezar a construir de nuevo.