Lo que algunos suizos entienden por centro democrático

Lo que algunos suizos entienden por centro democrático

La UDC es lo que hoy se llama una fuerza nacional populista: no viene del entorno político próximo al fascismo participa en el sistema democrático, es económicamente liberal, es nacionalista, xenófobo..., como los partidos del Progreso que se dan en los países escandinavos o el Partido de la Libertad holandés, entre otros. Podríamos decir que pertenece a la extrema derecha posmoderna, o, según el eufemismo acuñado por los estudiosos británicos, a la derecha radical.

La UDC/SVP (Unión Democrática del Centro/Partido Popular Suizo) ha saltado a las primeras páginas de la prensa europea estos días al ser el partido promotor del referéndum del pasado 9 de febrero. Bajo la iniciativa "Contra la migración en masa", en una campaña con notables connotaciones xenófobas, los suizos decidieron, aunque por un pequeño margen (el 50,3%, sólo por una diferencia de 19.516 votos), volver a limitar la entrada de ciudadanos de países de la Unión Europea (UE) a su mercado laboral a través del establecimiento de cuotas anuales. Pese a no haber sufrido los efectos de la crisis como el resto de Europa y tener un índice de desempleo bajo, el resultado del referéndum restablece la preferencia por el trabajador suizo frente al extranjero que no se aplicaba con respecto a los procedentes de los países de la Unión Europea desde 2002.

Pero ¿qué es la UDC? La prensa la define como un partido de extrema derecha, término que sus militantes rechazan y apuntan que, como dicen sus siglas, son un partido de "centro" y "democrático". Incluso algunos de sus no votantes han dicho estos días que tanto como extrema derecha no es, porque no hay skinheads en sus filas (como si eso fuera el marchamo imprescindible para definir a un grupo de extrema derecha), sino que todo lo más son de derechas o, en todo caso, muy de derechas.

La razón de tal argumento estriba en que la UDC era un partido conservador convencional hasta finales de los años noventa del siglo pasado. Fue creada en 1971 de la fusión de distintos partidos de derecha y agrarios, alguno con representación parlamentaria desde 1919 y que habían llegado a gobernar en algún momento. La misma UDC también lo lograría en coalición en sus primeros años. Utiliza las siglas UDC en los cantones francófonos (Union Démocratique du Centre) e italianos (Unione Democratica di Centro), y SVP (Schweizerische Volkspartei, Partido Popular Suizo) en los germánicos que es donde tiene más peso político, pero se trata del mismo grupo político. Su giro del conservadurismo convencional al nacional populismo se produjo cuando a finales de la década de los noventa del siglo pasado se hizo con el liderazgo Christoph Blocher.

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Christoph Blocher posa delante de un cartel electoral de un pollo atado, amordazado y sin plumas

Nacido en 1940 en Schaffhausen, al noreste de Suiza, Blocher es un rico empresario de Zúrich, cuya fortuna era considerada la novena del país en 2003. Hijo de un pastor luterano, es un hombre de fuertes convicciones religiosas. Diputado desde 1979, su fama se remonta a 1986, durante la consulta sobre la entrada de Suiza en la ONU, rechazada por el 75,7% de los votos -no entró hasta 2002-. Entonces, desde la dirección de la UDC en Zúrich, Blocher creó un grupo de presión llamado Acción por una Suiza Neutral e Independiente. Se centró en estrechar lazos con la extrema derecha, y hacer campaña contra el ingreso de Suiza en la UE, en el referéndum de 1992, y contra la participación en las operaciones militares de cascos azules de la ONU, en el de dos años después. La popularidad que adquirió Blocher le permitió hacerse con el liderazgo nacional de la UDC.

Al frente de la misma, en las elecciones de 1999 basó su campaña en atacar a la clase política tradicional, la elevada carga fiscal, la creciente inmigración y la apertura económica y política del país a la UE, la OTAN y la ONU que pondrían en peligro la "independencia nacional". La campaña tuvo tal éxito que la UDC resultó ser el partido más votado al obtener un sonado 23% de los votos en un país celoso de su neutralidad que le ha garantizado no sufrir una guerra en 700 años.

Fue el comienzo de una carrera ascendente. El éxito electoral se repitió de forma aún más contundente en las legislativas de octubre de 2003, esta vez con el 27,2% de los votos, convirtiendo a la UDC en la primera fuerza política de Suiza con 56 escaños de los 200 del Consejo Nacional (Cámara Baja) y siete de los 46 del Consejo de los Estados (Cámara Alta). El partido obtuvo dos carteras ministeriales de las siete del Consejo Federal (Gobierno), asumiendo el propio Blocher la de Justicia y Policía. No era un éxito pasajero. En las de octubre de 2007, con una campaña agresivamente xenófoba, alcanzó casi el 29% de los votos y subió a 61 escaños, el mejor resultado hasta ese momento obtenido por un partido en Suiza desde 1919.

Al año siguiente, en junio de 2008, la UDC promovió un referéndum para endurecer las medidas de nacionalización de los inmigrantes. En aquella ocasión un 64% de los votantes rechazaron su propuesta. La derrota agravó algunas tensiones internas entre sus distintas corrientes y líderes que concluyó en una escisión de la que nació el Bürgelich-Demokratische Partei Schweiz (BDP, Partido Burgués Democrático de Suiza), formación a la que se achaca la pérdida de votos de la UDC/SVP en un 3,6% en las elecciones de 2011. Pero ello no impidió que siguiera siendo una de las formaciones más votadas al lograr el 25,3% de los votos que representan 54 escaños.

Como decíamos anteriormente, los militantes de la UDC rechazan tanto el calificativo de extrema derecha como el de ser un grupo nacionalista que, según ellos, conlleva el rechazo a otros países. Prefieren autodenominarse "patriotas", término más adecuado según ellos para definir sus objetivos: defender los "valores" e intereses de los suizos. Aunque algunos de estos últimos no sean de recibo: Blocher ha culpado en alguna ocasión a la UE de ser la autora de una "conjura internacional" cuando ésta ha presionado a Suiza para que imprima más transparencia a sus cuentas bancarias, sistema en el que se sustenta gran parte del éxito económico y prosperidad del país.

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Una mujer pasa ante dos carteles electorales en Lausanne, a principios de febrero

Gran parte del votante de la UDC procede tradicionalmente del sector rural, para el que defiende que se mantengan las subvenciones agrícolas. Aunque su caladero de votos está en los cantones germánicos, tampoco anda mal en los francófonos, con un 20% en algunas citas electorales.

La UDC dice estar más cerca de la derecha francesa -de un Sarkozy, por ejemplo-, que de la extrema derecha, como el Frente Nacional de Jean Marie y Marine Le Pen. No obstante, en los últimos años, su mensaje xenófobo, euroescéptico y económicamente liberal populista -reducir el aparato del Estado para aminorar la presión fiscal que sólo sirve, según ellos, para cubrir las necesidades de los inmigrantes- ha hecho que, como el FN francés, agrupe en su entorno, además del voto ultraconservador, racista, nacionalista y de todas las familias de la extrema derecha, el del malestar social en los últimos años. El voto de clase media y baja, temeroso de perder su empleo en una sociedad globalizada que no entiende, y que manifiesta su protesta apoyando a la UDC como voto de castigo contra la clase política tradicional.

La UDC no tiene nada que ver con aquella extrema derecha suiza anterior a la Segunda Guerra Mundial, aquella amalgama de grupos y grupúsculos, ligas y milicias de carácter populista, corporativista, ultraconservador y xenófobo que proliferaron en el período de entreguerras; caso, entre otras muchas organizaciones, de Ordre et Tradition, Schweizer Heimatwehr, Nationale Front, Aufgebot, Front Catholique, Neue Schweiz, Bund für Volk und Heimat, Eidgenössische Front o Schweizerische Bauernheimat. Muchas de las cuales simpatizaron con la Alemania de Hitler, como el Nationale Front que por cierto, sin ánimo de sacar conclusiones simplistas, obtuvo en 1933 el nada desdeñable 23% de los votos en el cantón del que es originario Bucher. Tampoco la UDC tiene nada que ver con los círculos neofascistas de después de la Segunda Guerra Mundial que se movieron en torno al periodista Gaston-Armand Amaudruz y al peculiar banquero François Genoud, que fue albacea de Goebbels -en este útimo caso más que por sus vínculos con el nazismo por los que tuvo con el islamismo, nada compatible con sus postulados más bien islamófobos-.

La UDC es lo que hoy se llama una fuerza nacional populista: no viene de aquel entorno político próximo al fascismo ni muestra nostalgia por aquel, participa en el sistema democrático, es económicamente liberal, es nacionalista, xenófobo..., como los partidos del Progreso que se dan en los países escandinavos o el Partido de la Libertad holandés, entre otros. Podríamos decir que pertenece a la extrema derecha posmoderna, o, según el eufemismo acuñado por los estudiosos británicos, a la derecha radical.

Uno de los aspectos de la UDC, que le han hecho no pasar indiferente para medios de comunicación y electorado, son sus agresivas campañas electorales, acusadas con razón de racistas. Para las elecciones de octubre de 2007 la UDC/SVP montó una campaña provocadora en su estilo populista que generó una notable polémica. Si en 2004 el cartel de campaña fue el polémico de unas manos amarillas, negras y tostadas aferrando pasaportes suizos, el de 2007 fue el de una bandera nacional con tres ovejas blancas que expulsaban de la misma a una negra. Esta imagen, que vale más que cien palabras, iba seguida de un programa en el que se prohibía construir minaretes en las mezquitas suizas, deportar a toda la familia de un delincuente extranjero menor de edad y eliminar las leyes contra el racismo en defensa de la "libertad de expresión".

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Cartel de la campaña de la UDC/SVP en 2007

Otro de los carteles sonados fue el que arremetía contra la libre circulación de las personas y los acuerdos de Schengen con un hombre llevándose las manos a la cabeza bajo el lema: "¿Perder seguridad? ¿Perder el trabajo? No a Schengen".

O los de carácter islamófobo como uno en el que aparece Bin Laden como escondido tras la bandera suiza y otro, en 2010, en el que aparecen mujeres blancas desnudas en la playa junto a otra imagen en la que se ve a musulmanas bañándose completamente vestidas, haciendo alusión a que ese será el futuro de las suizas si sigue aumentando la inmigración islámica.

Uno de los carteles del referéndum del pasado 9 de febrero mostraba un árbol frondoso cuyas raíces tenían que tirar de una pesada Suiza resquebrajada con el lema: "La desmesura daña a Suiza. Parar la inmigración masiva: Sí". Otro mostraba una barca a la que no paran de subir inmigrantes con el lema: "La barca está llena". Y un tercero, un tiburón devorando Suiza con el lema: "Inmigración masiva, stop".

En dicha campaña, la UDC retrató a los inmigrantes como una invasión destinada a acabar con el Estado de bienestar y la seguridad de los suizos. Les acusó de todos los males del país: desde un aumento insostenible de la población, a dejar a los suizos de las regiones fronterizas sin empleo, competitividad laboral por sus bajos salarios, que se eleven los precios en el sector inmobiliario, el aumento de la delincuencia, abuso en materia de asilo, pérdida de la identidad cultural, gran proporción de extranjeros recibiendo ayudas sociales que salen de los impuestos de los suizos, que los trenes lleven sobrecarga y problemas de circulación en las carreteras. En su programa decía: "La inmigración incontrolada hoy en día amenaza nuestra libertad, nuestra seguridad, el pleno empleo, la belleza de nuestros paisajes y, a fin de cuentas, a nuestra prosperidad". ¡La belleza de nuestros paisajes!

La victoria lograda por la UDC en el referéndum obligará a revisar las relaciones con la UE, los tratados internacionales al respecto y a una renegociación del acuerdo bilateral entre Suiza y la UE sobre la libre circulación de personas que se aprobó en referéndum en 2000. Lo cual no va a ser positivo ni para Suiza ni para el resto de los países de la UE. Especialmente para sus vecinos (Alemania, Francia e Italia) muchos de cuyos ciudadanos trabajan en Suiza y van y vienen todos los días. También puede tener consecuencias en las próximas elecciones al Parlamento Europeo en los que se estima que las fuerzas euroescépticas, muchas de las cuales comparten con la UDC sus postulados de frenar la inmigración, pueden obtener los mejores resultados de su historia. El Frente Nacional francés no perdió tiempo para valorar positivamente, además del modelo plebiscitario para cuestiones como la inmigración, los resultados obtenidos en este referéndum por estos particulares "centristas democráticos" suizos.